Desde ayer la casa natal de Jordi Juan Riquer (Costa Vella, 3, Dalt Vila) luce una placa conmemorativa colocada por el Ayuntamiento de Eivissa con motivo del centenario del nacimiento del novelista, poeta y periodista ibicenco, fallecido en 1987. La placa fue descubierta por el historiador Ernest Prats, familiar directo del homenajeado, en presencia del primer teniente de alcalde, Pedro Campillo y de un buen número de amigos y admiradores del polifacético personaje.«Era tío de mi padre y hermano de mi abuela», precisó ayer Prats a este periódico.
En el acto, el historiador dio varios apuntes biográficos sobre su pariente, siguiendo lo escrito en el prólogo de la reedición facsímil de la obra, editada en 1999 por Res Publica; prólogo compartido con Isidor Marí, que se encargó de la valoración literaria de la que es la primera novela ibicenca. Datos que resumió a vuela pluma a este periódico: «Estudio Derecho y Letras en Valencia y al volver a Eivissa se metió en varios movimientos políticos; ayudó a los sindicatos ya todos los partidos por los que pasó, que fueron muchos. En 1933 fue el director del Hospital y de la Inclusa. Huyó de Eivissa, como tantos otros, tras el desastre de septiembre del 36; primero a Denia y luego a Barcelona, donde ocupó varios cargos en la Generalitat. Estuvo en el Frente del Ebro; fue hecho prisionero; sufrió dos Consejos de Guerra, el primero de los cuales le condena a cadena perpetua, conmutada luego por 12 años. Salió en 1944, pero luego volvió a meterse en líos y estuvo en varias cárceles hasta 1953», enumeró.
Preguntado si creía que a su tío abuelo la isla le había hecho justicia, Ernest Prats fue explícito «Creo que no, de momento. Se le debería hacer más, porque fue el primer novelista ibicenco. Él siempre decía que le habría gustado ver reeditada su obra en vida, algo que no pasó hasta 1999. Su nombre no se mencionaba en ninguna parte; fue un autor maldito o marginal, como prefieras poner», precisó.