JULIO HERRANZ
La Sala de Cultura de «Sa Nostra» en Sant Francesc (Formentera) acogerá a las 20'00 horas de mañana viernes la inauguración de la exposición «Pedres i Píxels», de Wolf Kahlen (Aquisgrán, 1940), que estará abierta al público hasta el 27 de mayo. «El tema de la muestra es la percepción humana, tanto la visual como la audiovisual, así como las otras sensaciones posibles que produce la percepción», explicó ayer a este periódico el prestigioso artista alemán, con museo propio en Bernau y casa propia desde hace 30 años en Cap de Barbaria. Una casa de nombre original Ticitoru (crece con los años), que viene a ser una especie de objeto de arte en el que este creador interdisciplinar desarrolla un «work in progress» de su discurso personal; conceptual, filosófico y lírico.
Con un español limitado pero suficiente, Kahlen intentó explicar el sentido de una propuesta en la que se encuentran la naturaleza de la isla y el complejo mundo de la informática. «Una piedra encontrada es sólo una piedra, y puede producir una connotación diferente de una persona a otra. Pero si tienes dos piedras y las pones juntas, se produce un contexto, una asociación distinta y más fuerte. Lo que quiero explicar en esta exposición es que dos cosas juntas producen una tercera nueva. Y lo mismo pasa en internet con los píxels; son como dos piedras encontradas en las que se crea una tercera imagen. Son cosas que entran también en el campo de la filosofía», precisó.
La muestra «Pedres i Píxels» está acompañada por un catálogo antológico de los distintos caminos creativos que ha recorrido Wolf Kahlen. Incluye textos críticos sobre su trayectoria y evolución, como uno de Peter P. Kajzar (1999) en el que afirma que Kahlen es «uno de los artistas más polifacéticos e innovadores de los últimos cuarenta años», que genera arte «por todos los medios, en casi todos los géneros y con una velocidad vertiginosa».
Kahlen fue pionero de la «escultura de vídeo» (1969), iniciador de la fotografía conceptual y del «fotoperfomance» (1972). También ha desarrollado su creatividad como pintor (hasta 1965), escultor, dibujante, grabador gráfico, director de cine, escultor de sonidos, corredor de apuestas, trabajador de texto y arquitecto. «Y últimamente como artista y tibetólogo, que filma documentales en el Tíbet, Mongolia y China (desde 1985), donde se ha hecho un nombre y ha dejado huellas de su influencia».
En otro de los textos del catálogo, firmado por Michael Foster (2006) se aportan otras relevantes pinceladas sobre «El mundo de Wolf Kahlen»: «Cuando no caza moscas ni tira al aire cámaras fotográficas, enseña en universidades de Europa, América o Asia. Fue durante veintidós años catedrático de Arte y Comunicación en la Universidad Técnica de Berlín. Y fue nombrado consejero de arte y arquitectura por el rey de Bhutan. E investigó sobre budismo y las artes en el Tíbet, Mongolia, Sikkim y el Nepal. Y convirtió una vieja ruina de la guerra en un conocido centro artístico en Berlín; o fundó el Museo Wolf Kahlen en Bernau en pocos meses. Sus obras puestas en pie, acostadas o colgadas pueblan más de cien museos y galerías del mundo entero», precisa Foster.