JULIO HERRANZ
«He querido presentar un resumen de mi vida pictórica y escultórica; y demostrar, sobre todo a mi mismo, que es tan importante la escultura pequeña (la joya) de hierro, que la grande». Con estas palabras, Pele Torres resumió a este periódico la intención de la exposición que presenta hasta el próximo 15 de octubre en la galería Cascais de Santa Eulària, ubicada en el hotel Tres Torres. «Hay nueve cuadros de formato cuadrado y de un metro y medio por lado; más siete esculturas, la más grande de 2,10 mts. y la más pequeña de 1,50 mts», añadió.
Hacia cinco años que Pele Torres no presentaba en Eivissa «una exposición completa», aunque, «normalmente, la galería Cascais me pide un par de obras para hacer una colectiva», precisó el polifacético artista, residente en Barcelona, donde nació y donde tiene su estudio este creador de amplia y reconocida trayectoria. Aunque tiene raíces bien asentadas en Eivissa. «Mi relación con la isla es primeramente sanguínea, porque mi padre era ibicenco, de Can Cascais, en Santa Eulària. Vengo a la isla desde que era bebé, conservo dentro sus olores. En un poema de aficionado que hice hace poco decía que yo era una higuera, pensando que cuando era pequeño adoraba recoger higos; o ver los almendros, los algarrobos, los árboles que rodeaban nuestra casa».
Y esa querencia dejó también huellas en su obra: «Desde muy niño me emocionan los muros blancos que encalaban con cal. No se rascaban las paredes, sino que las capas se iban acumulando, dejando esas rugosidades tan bonitas de los muros. Así que cuando rompí un poco con la figuración, empecé a pintar en blanco, que ha sido siempre el color base de mi pintura». Realizadas con productos artesanales. «Muchas de las pinturas que uso me las fabrico yo. Compró los pigmentos o cojo arena y tierra, sobre todo de Eivissa, donde las tenemos de colores que van desde la roja al ocre pálido a la negruzca».
En cuando a su obra escultórica, a Pele Torres le apasiona «todo lo que son los metales. He vivido entre ellos desde muy niño. Me entusiasma ir a la chatarrería y a las ferreterías viejas. Compro trozos de hierro y de motores y ensamblo las piezas. Una de las cosas que más me gusta es poder dar nueva vida a algo muerto que está en la chatarrería. Me entusiasma; es lo que da sentido a mi vida», confesó con seguridad.