JULIO HERRANZ
El próximo 25 de marzo de 2009 se cumplirá el centenario de la muerte en Madrid de Ruperto Chapí y Lorente, el maestro Chapí, como le llamaba todo el mundo, incluida su propia familia. Con tal motivo, la Sociedad General de Autores de España (SGAE), que el músico valenciano fundó en 1893 para frenar los abusos de empresarios aprovechados, ha puesto en marcha un homenaje con un programa que se realizará en Madrid, Villena (Alicante), donde nació en 1851, Valencia y otros varios escenarios.
Desde Eivissa, su biznieta, Merche Chapí, fundadora del veterano Grup Amateur de Teatre (GAT) e impulsora en la isla del teatro de vanguardia, rinde desde estas páginas su particular homenaje a su ilustre ancestro a través de una serie de recuerdos y anécdotas conservadas en el ámbito familiar en torno a un personaje singular: músico de talento precoz con reconocimiento internacional, intelectual liberal, excelente conversador y amante de la buena vida. Anécdotas tan curiosas como la de que fue excomulgado por la Iglesia. «Me parece que por su zarzuela La bruja, que tenía alguna burla de la religión católica. Excomulgado él y toda su descendencia. Luego ya se lo quitaron; yo ya nací 'comulgada'», apuntó con ironía su biznieta.
Línea directa
Merché Chapí, junto con sus dos hermanos, son los que mantienen el apellido en línea directa de descendencia. «Tuvo seis hijos, pero sólo un varón, mi abuelo; por lo tanto, con descendencia directa sólo somos mis hermanos y yo. Lo que pasa es que algún primo mío, como ahora se puede hacer, se ha cambiado el orden de los apellidos», precisó la directora de teatro, que aún se beneficia del talento de su bisabuelo. «Yo recibo muy poquito de derechos de autor; pero todos los meses me llega algo de Autores, sí».
Los recuerdos que Merche tiene del maestro Chapí forman parte de la memoria familiar; retazos que evoca con cierto orgullo, porque algunos son llamativos. Por ejemplo. «Era bastante mujeriego, como lo fue su hijo, mi abuelo. Murió con 58 años. Tenía un catarro mal curado; era una noche de mucho frío y se empeño en ir a ver a la querida. De ahí le vino la pulmonía y de eso palmó», recuerda divertida, para, inmediatamente, añadir: «Pero amaba mucho a su mujer. Era un hombre de bonhomía, muy intelectual y gran conversador». De forma que, a menudo, cuando comía en casa con amigos, empalmaban la sobremesa con la merienda, la cena; «y la cosa se acababa con los churros de la mañana». Afición que heredaron Merche y sus dos hermanos. «Muchas veces acabábamos de cenar, empezábamos a charlar y de repente veíamos clarear el día», subrayó.
Recuerdos que incluyen hasta bromas infantiles: «Todo el mundo, hasta los hijos, le llamaban maestro Chapí. Y fíjate, cuando yo iba al colegio me hacían chiste con eso; como 'No es lo mismo las obras del Maestro Chapí que la picha del maestro de obras`».
Y alguna que pone de manifiesto su talento musical precoz. «Su padre era barbero, pero enseñaba música allí en Villena. Cuando era chiquitín y aún no sabía leer le dijo que quería aprender música, a lo que el padre se negó diciéndole que esperara. Pero el nano se metía bajo la mesa cuando su padre daba clases. Y cual no sería la sorpresa del maestro cuando a los seis años le dijo que ya iba a empezar a enseñarle música y él va y le saca un papelito con un pasodoble que había compuesto».
Hilando fragmentos de recuerdos directos o aprendidos por terceros, Merche Chapí va trazando un perfil de la figura del maestro Chapí y familia: «Mi padre murió cuando yo tenía diez años, con lo cual tuve más relación con la familia materna. Además, mi abuelito murió cuando yo tendría unos doce años, y mi abuela me hablaba más de ella misma. Había sido una soprano bastante conocida, toda la familia vivía de ella, y había estrenado varias obras del Maestro Chapí. Se enamoró de su hijo Emilio; pero al padre no le hacía gracia la relación y le buscó giras lejos durante varios años para evitar que se casaran. Hasta que mi abuela se hartó, volvió a España, le encontró esperándola y se casaron. Ella con 30 años, lo que para entonces era mucho. Tuvieron un sólo hijo, mi padre.».
'Queridas' y el Real Madrid
Boda que tuvo un divertido prólogo. Como Emilio Chapí tenía dos 'queridas' mantenidas, algo que era frecuente entre la burguesía de la época: «Mi bisabuela Vicenta, la mujer del maestro, se tuvo que pasear por las dos casas para pagarles los finiquitos, digamos, y liberarle así de la carga». Por cierto, que este Chapí tiene un dato realmente sorprendente en su biografía: «Fundó el equipo del Real Madrid, pues entonces el fútbol era un deporte de señoritos. Primero se llamó el Madrid Moderno y luego otra cosa, ya no recuerdo», comentó la nieta.
Y otra anécdota más con Emilio Chapí de protagonista. «Mi padre no conoció al Maestro Chapí. Cuando era pequeñito fue con su padre a comprar una partitura de él a un tienda de música y el niño dijo viendo la fotografía: 'Mira, el abuelito'. Un señor que había en la tienda le dijo: 'Perdona, tu abuelito será un señor con barba, pero no éste'. A lo que mi abuelo Emilio se volvió y le soltó: 'Pero coño, ¿usted conoce a nuestra familia?'», contó la biznieta teatralizando profesionalmente la escena.
De colofón, ni Merche ni sus dos hermanos cantan zarzuela. «Bueno, uno de mis hermanos es músico; pero yo, nada. Ni siquiera he llegado nunca a dirigirlas, algo que me apeteció en un tiempo. Pero mi hermano me dijo que era difícil tratar con los músicos; y es verdad. Lo he comprobado ahora cuando he dirigido con Armin La Traviata de Ibiza. Porque el director musical se mezcla con el de escena y se complica bastante la cosa, desde luego», concluyó.
Ruperto Chapí y Lorente (Villena, Alicante, 1851 - Madrid, 1909) tuvo seis hijos y vivió sólo 58 años, pero bien aprovechados. A los 6 compuso un pasodoble y a los 12 su primera zarzuela de una larga lista. Durante un tiempo residió en Roma y París. Fue maestro de Manuel de Falla. Sus éxitos más sonados de zarzuela grande, a la que dio proyección internacional, fueron El tambor de granaderos y, sobre todo, La revoltosa; destacando también en este campo La tempestad, La bruja y El rey que rabió; y en género chico, Las bravías, El país del abanico o Ya pican. También compuso música de cámara y sinfónica. Los artistas en general y los músicos en particular tienen mucho que agradecer al Maestro Chapí, ya que fue el fundador en 1893 de la Sociedad General de Autores y Escritores (SGAE). Antes de que lo hicieran, a la hora de producir un concierto, los editores compraban la obra al artista por poco dinero y se convertían en sus propietarios, por lo que el compositor no tenía ningún control sobre su producción. Y un 'escándalo': fue ex comulgado por la Iglesia (con toda su descendencia) por las burlas que hizo de la religión católica en 'Las brujas'.