Sí, la del concierto de presentación del disco Ressonadors el sábado 11 en el Parc Reina Sofía. Aún resuena su grato eco, no sólo en todos los que participaron en la 'histórica' velada, sino en muchos de los tres mil que asistimos; algunos, como era mi caso, entre curioso y expectante por la dimensión de la movida que habían organizado para la ocasión los papis del proyecto: Joan Barbé y Omar Gisbert, que se lo curraron con ganas y entrega. Porque hay que tener mucha ilusión y mucho entusiasmo juvenil para sacar adelante una velada tan completa y compleja, máxime si la preparación de la cosa está bajo la espada de Damocles de si no llovería o no.
Que sí, pero no. Por lo menos, como me contó Joan Barbé el otro día en la entrevista que le hice para que valorase el evento desde dentro: «Menos mal que pudimos hacer todas las 13 canciones del disco, para el cd y dvd del directo. Así que en el fondo tuvimos mucha suerte. La faena fue por el bis que teníamos preparado: una canción instrumental con todos los músicos, dos baterías... una cosa bastante guapa», precisó el polimúsico y tan joven aún Joan, sólo 24 años. Lo que me sigue pareciendo increíble; pero sí, salen las cuentas. Como fue tan precoz...
Aunque por las bandas no se escuchaba como hubiera sido deseable (por lo que me han contado y he leído en este periódico en la razonada y justa crítica de Christian Roig), yo estaba por el centro y lo disfruté bastante, aunque podría matizar. Pero en general fue una velada memorable; por la música, el ambiente y el factor intergeneracional, de tan difícil comunión a veces. Empezando por la grata compañía que tenía al lado: el joven y estupendo pianista Llorenç Prats, con madre y madrina; y paraguas, lo que al final fue muy de agradecer. Un ratito guapo, sí.
JULIO HERRANZ