El narrador, ensayista y poeta albanés Ismail Kadaré, un autor exiliado en París tras huir del régimen comunista de su país, obtuvo ayer el Premio Príncipe de Asturias de las Letra por «la belleza y el hondo compromiso» de su creación literaria, traducida a más de cuarenta idiomas. Kadaré se impuso por mayoría en las últimas rondas de votaciones del jurado a las candidaturas del holandés Cees Noteboom, el italiano Antonio Tabucchi, el británico Ian McEwan y el checo Milan Kundera, finalistas tras la selección realizada entre las 31 propuestas remitidas a la Fundación que concede los galardones.
El acta del jurado, a la que dió lectura su presidente, el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, destacó que el autor «narra con lenguaje cotidiano, pero lleno de lirismo, la tragedia de su tierra, campo de continuas batallas» e incide en que da vida «a los viejos mitos con palabras nuevas» y expresa «toda la pesadumbre y la carga dramática de la conciencia». Su compromiso hunde las raíces en la gran tradición literaria del mundo helénico, «que proyecta en el escenario contemporáneo como denuncia de cualquier forma de totalitarismo y en defensa de la razón».
Candidato al Nobel
Candidato habitual al Premio Nobel, hasta el punto de que asegura en tono irónico que hay gente convencida de que ya lo tiene, Kadaré, que reside en París y Tirana, nació en 1936 en Gjirokastra, una pequeña aldea del interior de Albania en una familia musulmana, y comenzó a publicar en 1963 con El general del ejército muerto. Tras estudiar Historia y Filología en la Universidad de Tirana, Kadaré alcanzó notoriedad con su primera novela y durante la dictadura estalinista de Enver Hoxha publicó obras como Dasma (1968), Los tambores de la lluvia (1970), El largo invierno (1977) y El año negro (1980).
Bajo la presidencia de Ramiz Alia (1982-1991), Kadaré, que era vicepresidente del Frente Democrático de Albania en el que se aglutinaban varias formaciones no comunistas, sufrió las amenazas de la Sigurimi, la policía secreta albanesa y en octubre de 1990 pidió asilo político a Francia para él y su mujer. En el exilio, siempre estuvo atento a los acontecimientos políticos de Albania e incluso en 1991 se rumoreó que podía presentar su candidatura a las elecciones legislativas del día 16 de marzo, una posibilidad que negó rotundamente.
Para García de la Concha, el premiado «no es un escritor de minorías aunque pueda parecer localista», y ha destacado que compagina una reflexión sobre las dictaduras totalitarias con un discurso del mundo de los sueños, lo que fue valorado por el jurado que concedió el premio por mayoría «tras un largo debate». No obstante, otro de sus miembro, el escritor Fernando Sánchez Dragó, calificó de «extravagancia» distinguir a un autor del que ha asegurado «conocer muy mal» su obra, lo que le llevó a dejar su papeleta en blanco en la última votación al igual que hicieron otros de los integrantes del tribunal. «He decidido votar en blanco porque no tengo una opinión fundamentada sobre este escritor, que quizá sea magnífico», ha afirmado el autor de El camino del corazón que, no obstante, cuestionó que su obra sea superior a la de otros candidatos como Juan Goytisolo, Haruki Murakami o Ian McEwan.
El premio de las Letras está en posesión de autores como José Hierro, Juan Rulfo, Angel González, Mario Vargas Llosa, Camilo José Cela, Claudio Rodríguez, Carlos Fuentes, Francisco Umbral, Günter Grass, Augusto Monterroso, Doris Lessing, Arthur Miller, Susan Sontag, Paul Auster, Amos Oz y Margaret Atwood, que lo ganó en 2008.
El galardón, dotado con 50.000 euros y la reproducción de una estatuilla diseñada por Joan Miró, es el sexto que se falla este año.