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«Mi abuelo consiguió reunir la colección arqueológica más importante de la isla»

Mariano Llobet Roman presenta la edición facsímil del libro de Joan Roman de 1907 sobre arqueología

IBIZA PRESENTACION LIBRO

| Eivissa |

JULIO HERRANZ

El Museu Monogràfic del Puig des Molins acogió ayer la presentación, a cargo de Mariano Llobet Roman, de la edición facsímil del libro Los Nombres e Importancia Arqueológica de las Islas Pythiusas, de Joan Roman Calvet, publicado por la Associació d'Amics del Museu Arqueològic. «Era un hombre culto; abogado, profesor del primer instituto de la isla, alcalde de Eivissa, y diputado a Cortes. Sabía sanscrito, latín, griego y alemán, que era a principios del siglo XX la lengua oficial de la arqueología», apuntó ayer a este periódico Mariano Llobet, añadiendo: «Ya ves, a los 82 años me toca ejercer de nieto suyo».

La afición de Joan Roman por la arqueología se inició con la numismática. «Fue el primero que se dio cuenta de que las monedas púnicas se habían acuñado aquí, no en Mallorca ni en Menorca, como decían algunos; y el primero en defender que Bes era el gran dios de Eivissa, cuyo nombre procede de ser la isla de Bes. Y compró la finca de Can Partit, donde está la necrópolis púnica, para poder hacer libremente excavaciones, algo no regulado entonces», precisó Llobet, reconociendo el carácter de mecenas de su abuelo. «Él tenía algún dinero, pero tuvo la habilidad -que luego no hemos seguido sus descendientes- de casarse con una señora muy rica. Así que consiguió reunir la colección arqueológica más importante de la isla, porque guardaba todo lo que encontraba, cuando la costumbre entonces era fundir las monedas de oro para hacer emprendades y usar los sarcófagos como bebederos para los animales», reconoció.

Creó 'La Ebusitana'

Joan Roman fue quien impulsó en Eivissa la afición por la arqueología, creando la Sociedad Arqueológica Ebusitana, de la que fue presidente hasta su muerte en 1910 de un ataque al corazón; y quien primero pensó en fundar en la isla un museo arqueológico. «Pero como la Ebusitana no tenía dinero, acordaron que lo hiciera el Estado a cambio de cederle la colección. Aunque tuvo la inteligencia de exigir que en el Patronato del museo hubiera tres ibicencos de su familia. Yo también fui miembro. Éso desató las iras de la sociedad, pero lo hizo así porque sabía que en el momento en que el museo pasará al Estado, la Sociedad Ebusitana ya no tendría razón de ser; como así ocurrió», recordó el descendiente del emprendendedor personaje, cuyo hijo, Carlos Roman, fue el primer director del Museu Arqueològic de lEs Pitiüses.

Mariano Llobet apuntó que en la reacción de un sector de la sociedad ibicenca contra las iniciativas que promovía su abuelo Joan en el campo de la arqueología, tuvieron peso otras cuestiones colaterales. «Desde luego que hubieron razones políticas de por medio, porque al haber sido alcalde de Eivissa y diputado a Cortes por la isla, tenía en contra a la mitad de la población. Así que hubo ciertas desavenencias; pero se zanjaron, hasta el punto de que su hijo Carlos fue el primer director del museo», subrayó.

Un personaje singular, «y tan adelantado a su tiempo que acudió a congresos -algo nada fácil en aquel tiempo- como el famoso que hubo en Berlín en 1908, así como el que se celebró al año siguiente en El Cairo. Encuentros de primera categoría, desde luego», concluyó Mariano Llobet.

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