Hasta el próximo día 29 estará abierta al público en este centro sociocultural de Vara de Rey la exposición 'Una dona a la guerra (1970-2003)'; con 37 elocuentes y emotivos testimonios del trabajo de campo de Christine Spengler. La fotógrafa francesa recuerda las circunstancias en que fueron tomadas seis instantáneas de su exposición del centro s'Alamera.
Camboya, 1975. 12 del mediodía. Bombardeo de Phnom Penh.
«Es una imagen apocalíptica y terrible»
Se trata de una de las primeras y más famosas instantáneas de Christine Spengler, con unas características estéticas espectaculares que resumen los horrores de la guerra. «Es una imagen apocalíptica y terrible, sacada 15 días antes de la entrada de los temibles gemeres rojos, que por primera vez intentaron, y lograron, alcanzar el corazón de la capital. Fue tomada a las 12 de mediodía y no de la noche. Como no había sacado antes fotos en mi vida, por supuesto, una vez más me influyó Goya: los Desastres de la guerra, que iba a ver de pequeña al Museo del Prado de Madrid. Carmen Garrido, directora del gabinete técnico del museo, ha escrito que la instantánea también tiene que ver con El Bosco», explicó la fotógrafa francesa.
Vietnam, 1973. Despedida de los soldados.
«La saqué una hora antes de que fuera firmada la paz»
Una de las imagenes más optimistas de las 37 que presenta Spengler en su exposición retrospectiva de centro socicultural s'Alamera. «La saqué una hora antes de que fuera firmada la paz en Vietnam. Por eso esta joven vietnamita, con su sonrisa enigmática, encera por última vez en su vida las botas de los soldados americanos. La foto salió en la portada del New York Times, y así es como entré en el staff de la agencia Societé Press, en abril de 1975», señaló la artista.
Sahara Occidental, 1981. Bashir y Suelma en la batalla de Mahbes.
«Las mujeres participaban con los hombres»
Que los sexos en la guerra se funden y confunden, lo demuestra esta imagen en la que él y ella hacen causa común contra un enemigo que les une en el frente de una batalla contra Marruecos por parte del Frente Polisario. «Se trata de Bashir y Suelma, un hombre y una mujer combatientes del Frente Polisario. Suelma, cuyo nombre quiere decir paz en árabe, va tapada como un hombre. Estamos a unos minutos de la batalla de Mahbes, que ganará el Polisario, dejando 450 muertos sobre el terreno. Como se ve, las mujeres, que al regresar al campamento volvían a ponerse sus velos de gasa para no asustar a los niños, a veces participaban como los hombres en la lucha armada contra Marruecos».
Nicaragua, 1981. La niña de Managua.
«Ante sus ojos ve desfilar la guerra»
Cuando en la guerra se ve involucrada la infancia, la humanidad se siente duramente impactada, pues la sinrazón de la barbarie se impone frente a la ternura que supone una criatura a la intemperie, máxime cuando, como en este caso, esta envuelta directamente en un contexto bélico que le resulta tan cruelmente ajeno. «A esta niña vestida de blanco impoluto, que con su mirada triste parece que ante sus ojos ve desfilar todas las escenas de la guerra, está subida sobre un tanque, pues no había áreas de juego en el centro de Managua. Lo que es chocante, lo mismo que en Irlanda del Norte, es ver cómo las madres, en plena guerra, visten a los niños; porque tenían dignidad y les vestían lo mejor que podían», recordó Spengler.
Líbano, 1982. Hospital psiquiátrico de Sabra.
«Fumaba mirando la ciudad destruida»
Si a menudo se dice que la guerra es cosa de locos, una solución disparatada en la que la razón humana ha dejado paso a la fuerza bruta, la circunstancia de esta desolada fotografía tiene un sentido particularmente tremendo cuando la fotógrafa nos informa del contexto y la realidad en la que aparece esa silueta sentada, esa figura solitaría entre escombros cuya mirada (sin verla el espectador) debe estar perdida en algún infierno privado. «Llegué por la mañana y vi a este paciente del hospital psiquátrico de Sabra, en pijama y fumando un cigarrillo, mirando a sus pies la ciudad, Beirut Oeste; es decir, el Beirut palestino. Era en 1982 y la ciudad había sido completamente destruida por el bombardeo de la noche anterior».
Irán, 1979. Primer aniversario de la mujer islámica en Teherán.
«Nunca he robado una foto ni un alma»
Otro trabajo con niños como protagonistas, algo frecuente en estas fotografías de la reportera de guerra. Y es que su condición de mujer la predispone siempre a favor de las partes más frágiles y vulnerables de un conflicto social. «Es justo después del regreso de Jomeini a Irán. La niña del centro me mira con una mirada frontal que caracteriza mi trabajo, cuando digo que nunca he robado una fotografía a nadie, ni aún menos su alma. Entonces, estas niñas, que se han vestido voluntariamente el chador para la llegada del imán Jomeini, están rodeadas de gladiolos blancos y claveles rojos; como yo hago en la exposición de s'Alamera: en recuerdo de la sangre derramada de los mártires y como símbolo de paz y esperanza», apuntó Spengler.
Algunos hechos biográficos de Christine Spengler, recogidos en el catálogo de su exposición en Eivissa:
Nace en Francia, pero a raíz del divorcio de sus padres vive su infancia en Madrid, donde estudia literatura francesa y española para llegar a ser escritora.
1970. Vuelve a nacer en el Chad, el día en que dispara su primera fotografías con la Nikon fetiche que le prestó su hermano Eric. Su decisión está tomada: «Aprenderé mi oficio sobre el terreno y seré corresponsal de guerra para dar testimonio de las causas justas».
1976. Comienza a trabajar para la agencia Sygma en París. Ocultando su Nikon bajo su chador, pasa varios meses en el Irán de Jomeini, donde su condición de mujer le permite pasar desapercibida.
1982-84. Líbano. Después ser arrestada por los combatientes morabitos, por los cuales tenía que ser ejecutada tras un juicio de cinco horas ante un tribunal revolucionario, Spengler es liberada in extremis gracias al líder druso Walid Jumblatt.
1985. Festival Internacional de Fotografía de Arles (Francia). Presenta el audiovisual El duelo por Eric, donde alternan fotos de guerra en blanco y negro con otras oníricas en color.
1990. Realiza sus primeros bodegones en color, como un exorcismo liberador. Publicadas en Vogue, sus fotos son apreciadas por Christian Lacroix e Yves Saint Laurent.
1991. Publica en Francia su primer libro, Una mujer en la guerra.
1994. Retorno al Líbano, donde realiza una película con el director de cine Philippe Vallois.
1997. Enfundada bajo un burka, recorre el Afganistán de los talibanes durante dos meses para testimoniar la opresión a las mujeres.
1999. Participa en el programa televisivo Las cien fotos del siglo. Publicación en España de su autobiografía Christine Spengler: entre la luz y la sombra. Autobiografía de una corresponsal de guerra.
2003. Publicación de Los años de la guerra y Vírgenes y toreros. Exposición Los años de guerra en el Canal Isabel II de Madrid, durante el festival PhotoEspaña 2003.
2006. Publica en París Una femme dans la guerre y expone sus fotografías de guerra en la Bienal de Moscú.
2007. Es investida con el título de Chevalier des Arts et Lettres por el Ministerio de Cultura francés, que le homenajea con esta frase: «Felicito a la combatiente que siempre supo ver y plasmar la esperanza en medio del caos»
2008. El presidente de la República Francesa, Nicolás Sarkozy, le otorga la máxima condecoración, la Légion d'Honneur, en recompensa por su trabajo como corresponsal de guerra y artista.
2010. Acaba la segunda parte de su autobiografía, Une femme dans la vie, que saldrá en París el próximo mes de marzo. Expone sus fotografías Ibiza y Formentera eternas, acompañadas del libro del mismo título, en el Espace Pierre Cardin y en el Alcázar de París, entre otros escenarios.