El director adjunto de El País, Juan Cruz fue uno de los numerosos asistentes que no quiso perderse la presentación de las obras del Museu d'Art Contemporani d'Eivissa. Su relación con la isla se remonta al verano de 2006, cuando conoció a Elena Ruiz, con la que forjó una gran amistad.
-¿Qué le parece el museo?
-Es fantástico. Como dijo Elena: «El lugar donde pasado, presente y futuro se ven mejor en la sociedad es en un museo». Aquí se puede observar lo que el hombre hizo, lo que el hombre hace y lo que piensa hacer. De alguna manera, el arte es la mejor manera de reflejar el ente en movimiento que es la historia.
-¿Cómo comenzó su relación con Eivissa?
-Hace cinco años, tenía una sección en el periódico en el que unía a dos personajes disímiles para hacerles una entrevista. Le pregunté a Andreu Buenafuente y me sugirió al diseñador Mikel Urmeneta. Andreu dijo que la entrevista tenía que ser en Eivissa. Una vez aquí, alguien me habló de Elena, que eligió como 'pareja' para esta entrevista al mentalista Anthony Blake. Ella me cayó muy bien desde el principio. De esa visita a Eivissa nació mi libro Ojalá octubre.
-¿Desde entonces sigue la actualidad del arte en la Isla?
-Efectivamente. Ayudé a Elena cuando, hace un par de años, tuvo una polémica con el obispado. Yo le eché un cable en lo que pude porque me parece que la iglesia siempre trata de hundir a la sociedad y llevarla hacia el pasado más oscuro. Ella padeció esa dentellada eclesiástica pero salió adelante. Siempre que se le gana a la iglesia se le gana al futuro.
-El arte debe generar controversia y hacer que nos hagamos preguntas...
-Como decía Celaya, «el arte es un arma cargada de futuro». La palabra clave es 'revolución'. Si uno se decide por el camino del arte, ésta tiene enormes poderes curativos.
-A pesar de la buena acogida de los museos de arte contemporáneo en el mundo parece que ferias como ARCO van a la baja, ¿a qué se debe?
-Esto son vaivenes económicos. Pero yo creo que el comercio del arte no tiene nada que ver con el arte, tiene que ver con el comercio. En un momento determinado, a los artistas los ayudaban los mecenas y ahora los ayuda el comercio del arte. Pero yo creo que el comercio del arte es independiente de la creación artística. Donde debe estar una obra de arte es en un museo pero, evidentemente, los coleccionistas de arte deben nutrirse a través del negocio.