«Será una clase de ballet en la que trataré de enseñar cómo son todas las partes de una clase de verdad, con barra y centro», explicaba el joven bailarín ibicenco José Carayol. Con 19 años recién cumplidos, su amplia experiencia le acredita para transmitir los conocimientos adquiridos hasta la fecha en diferentes lugares del mundo. Sus clases tendrán lugar el próximo viernes, a las 19,30 horas, y el sábado, a las 17,30 horas. Ambas lecciones tendrán una duración de dos horas y el centro Passion Dance, impulsor de esta iniciativa, ha fijado un precio especial para los alumnos de la escuela pese a que estas clases magistrales están abiertas al público general y tendrán un coste de 15 euros por jornada.
«Me gustaría hacer también puntas para las chicas y, si se da el caso de que hay suficientes chicos inscritos, hacer algo de paso a dos, que aquí en Eivissa no se hace», aseguraba Carayol sobre este tipo de danza en pareja en el que la chica baila en puntas y el chico la acompaña.
Desde su faceta de docente, con la que reconoce que disfruta mucho, Carayol es plenamente consciente de que su cometido es ofrecer algunas nociones, ya que, según él «la técnica no se puede enseñar en dos días» y añade: «Mi objetivo es que los alumnos bailen y que disfruten haciendo lo que les gusta de un modo más profesional».
Sin descanso
«No he tenido vacaciones desde agosto, ni en Navidades ni nada, así que he aprovechado algunas semanas para regresar a la Isla», aseguraba el joven bailarín que actualmente tiene su residencia fijada en Alemania.
De su experiencia en el Master de Danza, que cursa en el Semper Opera Ballet de Dresden, Carayol destaca la excelencia profesional y personal, ya que este curso le ha permitido conocer y relacionarse con profesionales, coreógrafos y bailarines de todo el mundo, así como la posibilidad de salir de gira y hacer galas. «Hace un mes hice de solista en el ballet de Don Quijote», recuerda Carayol.
«Para mí lo más importante es disfrutar y ser feliz y, en el momento en que no lo sea, tomaré otro camino diferente», confiesa el ibicenco, que agrega: «Ahora mismo no tengo obstáculos porque la edad me lo permite así que me centro en disfrutar».
Consciente de que su situación es privilegiada, Jose Carayol es capaz de ser crítico con la situación de la danza, tanto en la Isla como en el resto del país. «En los pasados carnavales me sorprendió que salieron muchas comparsas de danza, algo que no ocurría cuando yo estaba aquí, y me hizo mucha ilusión».
Comentar la complicada coyuntura económica tampoco puede evitarse a la hora de hablar de esta disciplina. Carayol opina que «casi nunca se ha invertido mucho en la danza en España pero es cierto que, si un bailarín sale de la Isla, es porque tiene muchas ganas y a los que lo han hecho les ha ido bien», y subraya:_«Yo tuve mucha suerte en Capricorn».
Carayol criticó la rebaja de la consideración de los estudios artísticos que planea el_Ministerio de Cultura al no considerarlos como grados. «La mayoría de gente no sabe el esfuerzo que implica la danza y este arte no se valora», señala.
«No es que la danza no esté bien vista, es que no se ve», se lamenta Carayol, que desearía que este tipo de clases magistrales, como la que él va a impartir, se pudieran realizar en un sitio más grande. «Yo he tenido profesores, grandes profesionales de la danza, que estaban locos por venir a Eivissa a dar un cursillo y me preguntaban cómo se podría hacer y el problema es que no hay espacios. Me refiero a un proyecto grande, internacional, con gente de fuera, pero el problema es que no hay un sitio adecuado para este tipo de iniciativas y, si desde las esferas políticas no te lo facilitan, es muy difícil», concluye el ibicenco.
«¿Por qué en mi país no?»
«Las veces que he bailado fuera de España no ha habido un asiento vacío y las veces que he acudido como espectador, tampoco quedaban sitios libres», apunta Carayol que utiliza un curioso símil para hablar de la visión de la danza en Alemania: «A veces tenía la sensación de estar en un partido de fútbol, con gente haciendo reventa. El arte allí se promociona de otra manera y a veces me pregunto:_¿Por qué en mi país no? Es una vergüenza».