Joan Àvila (Palma, 1980) y Pepito Morán (Guatemala, 1981) llevan años trabajando juntos y creando su particular alter ego en común, Ochentaiuno, con el que llegan esta tarde a la galería Via2 (20,30 horas), la misma sala en la que protagonizaron, en 2007, su primera aparición conjunta en una exposición individual. Cinco años después, Àvila y Morán, presentan Inputs, serie basada en la idea de aquello que nos llama la atención, que quiere atraer y en la que han puesto un especial interés en el juego de la repetición, de la reiteración de elementos en las obras.
Tanta labor en común ha convertido a los dos artistas que forman Ochentaiuno en un solo ente a la hora de explicar y razonar su trabajo. Las frases iniciadas por Àvila las finaliza Morán y viceversa, como si pudiéramos ver en ese diálogo el que han mantenido en las piezas de la muestra. «Es un diálogo sobre tela o papel que a veces se convierte en una discusión», apunta Àvila. «Y a veces en risas», apostilla Morán.
Ambos coinciden en señalar que el proceso que ha dado como fruto estos Inputs es «un experimento». «Hemos creado un laboratorio de ideas y hemos experimentado y los experimentos son como todo, a veces salen y a veces no. Intentamos ser honestos y trabajar desde esa perspectiva», dice Morán. «Trabajar siendo sinceros con la pintura —continúa Àvila—. Hemos usado un lenguaje que se originó con una pequeña performance en la que interactuamos con la gente con un rótulo luminoso», «usando —se suma Morán— algún elemento de la calle», «todo muy gestual, con puntos, rayas y repeticiones buscando el significado que pretendemos», finaliza Àvila.
Pese a ser un dúo, su simbiosis parece perfecta, incluso cuando se refieren a de qué modo afecta Ochentaiuno a su trabajo individual. «Influye totalmente. Cuando se trabaja con el arte, y concretamente con la pintura, tiene mucho que ver con la toma de decisiones. Trabajar con otras personas te mete en problemas inesperados, pero también encuentras soluciones inesperadas. Son esas soluciones las que luego aprovechas», reflexiona Morán, para quien «no tiene sentido repetir lo que ya hacemos individualmente». «Asimilas las soluciones y las puedes trabajar en tu obra. Es un aprendizaje que necesitamos y forzamos», según Àvila.
En el estudio que comparten en Barcelona, junto al Paral·lel, estos dos artistas pueden trabajar al mismo tiempo en la misma pieza o cada uno en una distinta hasta que el otro intervenga en ella, aunque a veces esa intervención no sea necesaria, puesto que razonan que el hecho «no es estar o no estar en el cuadro sino que éste sea lo que estábamos buscando y eso a veces se da con la intervención de uno solo». Sobre el trabajo en la misma obra, Àvila recuerda que «a veces no hace falta explicar mucho». «A veces sale muy fácil. Hace tiempo que trabajamos juntos y el conocimiento de lo que hace la otra persona o de por dónde puede salir está ahí», cuenta Morán. Lo que da lugar a muchas anécdotas y bromas, como cuando Morán escondió el color negro a Àvila al considerar que lo estaba usando en exceso. «No tenía negro, así que tuve que solucionarlo con otras cosas», recuerda con una sonrisa Àvila.