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‘El conciertazo' de Fernando Argenta llena la platea de Can Ventosa de niños y buen humor

La Orchestra Simfònica Ciutat d'Eivissa interpretó nueve breves obras muy conocidas ‘aderezadas' con las bromas del presentador

Argenta, en el centro, entre los tres niños que escenificaron una boda para dar paso a la ‘Marcha Nupcial’ de Mendelssohn. A la derecha, el director de la orquesta, Adolfo Villalonga.

| Eivissa |

El Conciertazo' de Fernando Argenta fue todo un éxito. La platea de Can Ventosa, abajo y también arriba, estaba a rebosar e incluso hubo público que permaneció de pie durante los cerca de 75 minutos que duró este espectáculo divulgativo que acerca la música clásica a los niños de una forma muy divertida en la que es difícil saber quién disfruta más, si los padres o los hijos.

Fernando Argenta, que durante años triunfó en televisión con ‘El Conciertazo', fue un divertidísimo maestro de ceremonias en el agradecido concierto que interpretó la Orchestra Simfònica Ciutat d'Eivissa bajo la batuta de su director habitual, Adolfo Villalonga. Fueron ocho obras muy breves, todas ellas muy conocidas, de algunos de los grandes compositores del siglo XIX y principios del XX, más una de regalo que no podía faltar: la Guerra de las Galaxias, de John Williams. Mientras sonaba el tema principal de Star Wars, C3PO dejó atónitos a los niños al aparecer por el pasillo de butacas. El espectáculo había comenzado un poco antes. El violín dio un la para afinar los instrumentos y Argenta pidió ayuda a la platea, que entre risas coreó un largo laaaaaaaa. La primera obra fue Pavane, de Gabriel Fauré, la más lánguida de todas las que se interpretaron. Después la cosa se animó con Star Wars y con la obertura de Guillermo Tell, de Rossini. Argenta narró la historia del suizo Tell y su hijo en su enfrentamiento con el gobernador de Viena, mientras una padre y un hijo escogidos del público se disfrazaban y representaban la escena de la flecha y la manzana sobre la cabeza del niño. Después la orquesta interpretó Les Toréadors, de la ópera Carmen, de Bizet, y la Marcha Nupcial de Mendelssohn. Para ilustrar la boda, Argenta preguntó por un niño con inquietudes religiosas. Finalmente, uno subió al escenario. «¿Qué es un cura?», le preguntó Argenta. «El dueño de la iglesia», respondió el niño. Sobre el escenario, el improvisado sacerdote casó a una pareja de novios de su misma estatura.

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