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Can Malalt, una fábrica romana de aceite

En el mismo yacimiento se han encontrado un camino púnico, un asentamiento tardo-púnico y una necrópolis bizantina

Los restos de la villa romana se han encontrado en terrenos de la Subestació Torrent. | GERMAN G. LAMA

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Los payeses de Eivissa llevan siglos realizando aceite en sus trulls. Sin embargo, descubrimientos como el del yacimiento de la Subestació Torrent, en la finca de Can Malalt, en el Camí Vell de Sant Mateu, demuestran que no fueron los primeros y que al menos los púnicos, los romanos y los bizantinos se les adelantaron.

Y es que según los expertos en esta excavación arqueológica, de unos 4.700 metros cuadrados y que ha salido a la luz durante unas obras llevadas por Red Eléctrica, hubo una fábrica de aceite y vino de época romana. Según Cesc Busquets Fàbregas, arqueólogo encargado de este proyecto que tiene un presupuesto de 700.000 euros aportados por la propia empresa eléctrica, «se trata de un espacio de cerca de 500 metros cuadrados, perteneciente a una fábrica de aceite y vino, con un torcolarium o trull payés y al menos dos depósitos de decantación, una villa con una parte para los amos y los esclavos y varios patios abiertos en los que posiblemente se llevara a cabo el comercio de los productos».

Una idea que parece tomar forma a raíz de los restos de cerámica de distintas épocas encontrados y que según Busquets están asociados a un asentamiento de tipo rural. «Se trata sobre todo de cerámica ebusitana realizada en Eivissa, pero también hay ánforas y objetos de barro que posiblemente fueron importadas de regiones como Ática, en Grecia, o Campania en Italia, lo que habla de que posiblemente hubiera un comercio que funcionara relativamente bien», explicó el arqueólogo.

Tardo-púnico y bizantino
Esta no ha sido la única sorpresa que ha sacado a la luz Can Malalt. Los expertos también han encontrado «bastante bien conservado» restos de asentamientos púnicos, tardo púnicos e, incluso, una necrópolis de origen bizantino.

Por ello, según explicó Busquets Fàbregas se ha decidido dividir el yacimiento en cuatro zonas divididas por sus distintas fases cronológicas para su mejor estudio. La primera corresponde a un camino púnico ocupado desde los siglos III al I a.C, y en el que aún se pueden contemplar marcas de ruedas de carro y una zona de alcantarillado, la segunda a un asentamiento rural tardo-púnico con varias habitaciones en el que posiblemente pudieron convivir dos familias, la tercera a la citada villa romana donde se hacía aceite y vino, y la cuarta a una necrópolis bizantina con 18 tumbas, fechada entre los siglos VI y VII d.C..

Además, a lo largo del yacimiento se pueden encontrar lo que el arqueólogo llama «las piezas estrella» como uno de los pocos hornos de cerámica de época bizantina que se han encontrado en Eivissa y que según Busquets «se conserva en un magnífico estado con su entrada, su planta circular y el hueco donde iría la cúpula».

No se sabe si será visitable
La consellera de Cultura i Patrimoni, Pepita Costa, explicó ayer junto al delegado de Red Eléctrica en Balears, Eduardo Maynau, que aún no se ha tomado una decisión del uso que se dará al yacimiento cuando se termine de investigar todo lo que hay en él. «Cuando los trabajos hayan concluido por completo y la zona esté museizada se decidirá, junto a Red Eléctrica, la fórmula bajo la que se podrá visitar que, o bien estará permanentemente abierto o solo aceptará visitas grupales concertadas», aseguró.

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