Aida Gómez (Madrid, 1967), es uno de los mayores referentes de la danza española. Comenzó a los siete años y a los doce terminó sus estudios de Clásico Español y Clásico con matrícula de Honor. Fue sólo el inicio de una exitosa trayectoria de más de tres décadas en las que ha trabajado con Antonio El Bailarín, Antonio Gades, Julio Bocca, Eleonora Cassano, Pietra Gala o Joaquín Cortés y que le ha llevado a ser la directora más joven de la historia del Ballet Nacional de España y a lograr el Premio Max a la Mejor Bailarina de 1998, el Premio Nacional de Danza en 2004 o el Premio de Cultura Comunidad de Madrid en 2008. A día de hoy sigue luchando por sacar a la danza del agujero en que se encuentra «desde siempre en España» con «pasión, ilusión y buen humor». Y como muestra, la representación mañana a las 22,00 horas en el parque Reina Sofía de Vila de su espectáculo Adalí.
—Viendo como está la danza en España, ¿no es arriesgado hacer un espectáculo tan elaborado?
—Tal vez sí, pero cuando estrenamos Adalí ya había llegado la crisis a la danza, que desgraciadamente lleva así toda la vida en este país. Lo importante es no quedarse parado ni darse por vencido.
—Pero no debe ser fácil gestionar una compañía grande.
—Realmente no porque son muchos gastos y pocos ingresos. Y de hecho, ahora el concepto de compañía ha cambiado y casi todas se componen sólo de dos o tres músicos.
—¿Entonces Adalí es un oasis en el desierto?
—No sé si tanto pero puedo garantizar qué es un espectáculo muy completo, con once músicos detrás, que mezcla música clásica con el mejor flamenco.
—Además con un elenco de lujo.
—Ese es uno de sus puntos fuertes. La música es de Juan Parrilla, uno de los grandes de la música flamenca, y al que tengo el placer de conocer desde hace más de treinta años. Y sobre el escenario estarán, además de una servidora, los bailarines Christian Lozano y Eduardo Guerrero o el cantaor jerezano Fernando Soto. En resumen, ¡todo un lujazo!
—¿Y cómo lo logró?
—Bueno hace tiempo que llevo queriendo juntar un grupo de amigos que por desgracia no habíamos podido trabajar nunca juntos por la falta de programación que hay de espectáculos de danza en España.