Lovely Laura es el ‘alter ego' de Laura Fowles, una de las saxofonistas más demandadas del mundo que, un año más, escoge la isla de Eivissa como su residencia y lugar de trabajo. Cada semana deleita a su público desde los escenarios de clubes como Es Paradís o el Ocean Beach Ibiza, donde trabaja un estilo que ella define como «bastante simple, directamente venido del corazón». Asegura que siempre toca con pasión y que ésa es la esencia de la música. Sus notas han conquistado a grandes sibaritas del buen gusto como Dolce & Gabbana o los eventos de Moët & Chandon por todo el mundo. Fowles piensa que las fiestas las hacen los asistentes y asegura que en Eivissa el público le da «una energía especial». La artista internacional reinventa el sonido del saxo dos veces por semana en la isla blanca y consigue crear magia en cada una de sus actuaciones.
—¿De dónde viene el nombre de Lovely Laura?
—Ocurrió por accidente. Cuando empecé a actuar, estaba trabajando para una agencia en Gran Bretaña. Cuando los promotores comentaban con mi agente cómo había ido el concierto, simplemente les decían que había sido ‘lovely'. A raíz de esto empezaron a llamarme Lovely Laura y el nombre se me quedó.
—¿Qué tienen sus fans ibicencos que no tengan otros?
—El público que te encuentras en Eivissa siempre es una mezcla muy cosmopolita. Además, cuando combinas este hecho con que hay gente de todo el mundo que viene a vivir su amor por la música a la isla, tienen una energía especial en la pista que no puedes vivir en ningún otro lugar del mundo.
—Actúa en varios lugares de la isla, tanto en discotecas como Es Paradís, donde tiene un estilo más house, como en beach clubs como el Ocean, donde su música se vuelve chill out. ¿Dónde se siente más cómoda?
—Para ser honesta, me gustan ambas opciones. Es muy refrescante poder trabajar ambos estilos. Por un lado, un género más acústico con un tempo más bajo y, por otro, la música house, a la que le tengo un cariño muy especial.
—¿Por qué escogió el saxofón? ¿Cuándo comenzó su andadura juntos?
—Desde muy joven siempre me gustó el instrumento. Comencé a tocarlo cuando tenía 19 años. Me encanta el sonido del saxofón y soy una gran amante del jazz. No puedo imaginar mi vida sin mi saxo.