Una sencilla «descomposición de estómago» y no una crisis de pánico escénico a lo Pastora Soler fue lo que, según Joaquín Sabina, le llevó a vivir la «peor noche de su vida sobre el escenario», muy diferente a su paso por Buenos Aires dentro de la misma gira y que la semana que viene se edita en CD+DVD.
Sabina charla sobre «500 noches para una crisis», el CD+DVD que lanza a partir de la gira del mismo nombre, con la que celebró uno de sus discos más míticos, «19 días y 500 noches», y que a su paso por Madrid le deparó, literalmente, una de sus veladas más aciagas.
-¿Quién iba a decirte cuando titulaste este tour «500 noches para una crisis» y tuviste ese inmenso éxito en América que, al llegar a Madrid, serían 500+1 noches aciagas. ¿Te influyó la enorme expectación, que hizo que se agotaran las entradas en poco más de una hora?
-Se ha dicho mucho y yo colaboré diciendo lo de Pastora Soler, a quien luego llamé para pedirle disculpas, pero en realidad fue una descomposición de estómago, como le puede pasar a cualquiera.
-Hubo medios que avanzaron sus propias teorías sobre el final abrupto de ese primer concierto en la ciudad, teorías de origen fiscal. ¿A ti Hacienda te quita el sueño?
-No. Soy un inútil total para cuestiones administrativas, incluso para el dinero. Hace años que no toco la tarjeta. Quería estar cumplido con Hacienda y hubo una diferencia de criterio, según me han dicho mis asesores, porque se consideraba que no tenía que tener una sociedad, pero es que yo no soy Juan Carlos Monedero, viajo con treinta y tantas personas y hay hoteles, gastos y ensayos.
Vamos a recurrirlo, he pagado lo que tenía que pagar y me han pegado un buen palo (de «tres millones y pico de euros», dijo a Efe su representante).
-La de Madrid, ¿fue una de las peores noches de tu vida sobre el escenario?
-Creo que fue la peor, porque era Madrid, porque uno puede cantar en malas condiciones, incluso sin haber dormido, pero vomitando entre canción y canción es realmente complicado. Por milagro de los dioses paganos, tengo un público que en vez de echarme al pilón, lo comprendió.
-¿Y lo del Luna Park en Buenos Aires, que es la actuación que se ha aprovechado para editar el nuevo álbum, fue lo mejor?
-Es que fueron diez noches y el escenario se convierte un poco en tu casa. Luego el público argentino es el público argentino.
-Te quieren.
-Es mutuo. Esta gira se inventó básicamente para el gustazo de darnos una vuelta por Argentina, pero empezó a venir gente y pensamos que, ya que había ido tan bien, queríamos hacerlo en Madrid. Y fue tan bien en Madrid (en su segunda noche), que ahora vamos a hacerlo por toda España.
-El álbum que homenajeas en la gira, «19 días y 500 noches», ¿fue tu mayor éxito, como dice la discográfica?
-Eso lo saben ellos. Yo lo que he dicho de él es que es el que más me gusta a mí, el más personal, el que más cuenta una historia a través de un montón de canciones, las cuales son las que en mi opinión han permanecido más vivas, menos contaminadas por el momento.
-¿Se te aprecia más como compositor cuando celebras «la impúdica belleza de estar triste"?
-Creo que sí, pero yo también celebro a los compositores que hacen canciones tristes, son las más hermosas. La felicidad es una cosa estupenda para vivirla, pero para contarla es un insulto hacia la mayoría de la población que no es feliz.
-Han pasado muchas cosas en estos 15 años transcurridos desde el lanzamiento del álbum: el ictus, te desenamoraste, te volviste a enamorar... ¿Qué más cosas han cambiado?
-Fundamentalmente que llevo una vida más casera, no diré que menos loca, aunque también. Lo que he perdido han sido los bares y la calle, que era donde vivía. También la noche, que la sigo teniendo en mi casa, pero no me la paso aguantando a borrachos magníficos en un tugurio. Los invito a mi casa.
-Además ahora hay móviles, así que muchas rupturas ya no están seguidas de «un portazo que sonó como un signo de interrogación». ¿Whatsapp ha acabado con la poesía y el drama?
-Me sorprende que chavales absolutamente iletrados estén escribiendo por primera vez en su vida, eso me parece bien. Luego leo lo que mandan y vomito (risas). Pero es un mundo muy distante a mí. No tengo internet, no uso whatsapp y no tengo móvil, soy un viejo en una isla fuera de este mundo.
-¿No te has vuelto más indulgente con tu obra al tener que revisar «19 días y 500 noches"?
-No lo he reescuchado, lo he tocado en el escenario, así que no sé cómo sonaba entonces. No soy nada indulgente con mis canciones, me da mucha vergüenza llamarlas obra. Por eso no las reviso, pero estos temas me han demostrado que puedo tocarlos 15 años después sin sentir vergüenza.
- ¿Para cuándo disco nuevo?
R: Para cuando acabe toda esta gira, que era algo imprevisto. Pasaremos por toda España y actuaré en México, Colombia, Ecuador y Panamá. En verano estaré tranquilamente en mi casita de Rota (Cádiz) escribiendo canciones. Algo hay ya.