Difícil encontrar una triunfadora en la gala de los premios César del cine francés que se celebró este viernes y que vio como Fatima se alzaba con el premio a la mejor película pero era desbancada en número de estatuillas por Mustang y por Marguerite.
Si hubo un hilo conductor en los premios de la academia francesa fue que se centraron en historias de mujeres, como la de la protagonista de Fatima, una madre de dos hijas que debe multiplicar los trabajos de limpiadora para pagar los estudios de sus hijas.
La cinta, dirigida por Philippe Faucon, que ni siquiera estaba nominado en la categoría de mejor director, también se llevó los premios de mejor actriz revelación, que recayó en Zita Hanrot, y mejor guión adaptado.
Con cuatro estatuillas se marchó de la ceremonia Mustang, que el próximo domingo defenderá en Los Ángeles los colores de Francia como candidata al Oscar a la mejor película extranjera.
Las peripecias de cuatro niñas turcas que ven cercenadas sus ansias de libertad por una sociedad demasiado cerrada vio como su directora, la franco-turca Deniz Gamze Ergüven, se hacía con el César a la mejor primera película, a los que sumaba los premios de mejor montaje, música original y guión original.
Una cosecha modesta si se compara con el gran triunfo que el año pasado tuvo Timbuktu en la gala francesa dos días antes de que acudiera a Hollywood, donde finalmente no se llevo el Oscar.
Cuatro César ganó también Margarite, de Xavier Giannoli, que partía como una de las favoritas con once candidaturas. Sin apelación fue el premio a la mejor actriz para Cahterine Frot por su interpretación de una millonaria de los años 20 empeñada en cantar pese a su ausencia patente de talento que nadie en su entorno osa señalarle.
La veterana actriz, que volvía con esa cinta a las pantallas tras tres años de ausencia, logró el primer César de su carrera como mejor actriz, aunque en el pasado había sido candidata en seis ocasiones.
Su papel fue preferido a los de dos vacas sagradas del cine francés, Catherine Deneuve e Isabel Huppert.
Además de ese premio, Marguerite se hizo con los de mejor vestuario, sonido y decorados.
El mejor director fue Arnaud Desplechin, que logró así el primer César de su carrera al tercer intento. Pero el responsable de Trois souvenirs de ma jeneusse se llevó un gusto agridulce de la gala, puesto que el suyo fue el único premio que cosechó pese a haberse presentado en la misma con once candidaturas.
Un solo trofeo se llevó también La loi du marché, de Stéphane Brizé, el de mejor actor por el papel de Vincent Lindon de un parado de alta edad y los dilemas morales que le provoca el retorno a un cambiado mercado laboral.
El veterano actor, que ya ganó el premio a la mejor interpretación en el pasado Festival de Cannes, se impuso para lograr su primer César en tres intentonas, a viejas glorias como Gérard Depardieu, Vincent Cassel o Fabrice Luchini.
De vacío se fue, pese a contar con nueve candidaturas, la película Dheepan, de Jacques Audiard, lo que demuestra que los gustos de la academia francesa no siempre coinciden con los del Festival de Cannes, que le entregó su última Palma de Oro.
El actor estadounidense Michael Douglas recibió, por segunda vez en su carrera el César de honor, que recogió de manos del cineasta Claude Lelouch.
A sus 71 años y en un correcto francés, el actor, que ya había recibido ese mismo premio en 1998, rindió homenaje a las «leyendas» del cine francés.
«Las películas son como la cocina francesa, para hacer un buen plato hacen falta buenos ingredientes. Yo siempre he podido contar con buenos ingredientes durante mi carrera», dijo entre aplausos.
El mexicano Alejandro González Iñárritu vio como Birdman le daba una nueva alegría al alzarse con el César a la mejor película extranjera.
Su director no estuvo en la gala, puesto que se encuentra en Los Ángeles donde el próximo domingo es uno de los favoritos de los Oscars con la película The revenant.