“Recuerdo que mi padre tenía las manos destrozadas y que me contaba que con el mismo fuego con el que fundían el oro se preparaba más tarde la comida y así se aprovechaba, porque antes se trabajaba todo el día”, explica Elisa Pomar, diseñadora y gemóloga, que en la actualidad dirige y gestiona con sus hermanos la Joyería Pomar. La empresa fue fundada en 1852 por su bisabuelo, Joan Pomar Aguiló, conocido como ‘el joyero del rey' porque Alfonso XII le hacía encargos personalmente. En la actualidad, Pomar es la joyería más antigua de Eivissa que continúa manteniendo su esencia de tradición ibicenca, al tiempo que se ha adaptado a los cambios.
A raíz de la muerte de Pepín Pomar hace seis años, sus hijos Marina, David, Elisa y Elena decidieron continuar con su legado y amor por la joyería típica ibicenca. “Mi padre siempre se había dedicado a la joyería ibicenca y, además, si había una comunión o una celebración en la familia hacía una pieza con un toque suyo. Pero estas piezas más personalizadas nunca las comercializó. Cuando él murió decidí que qué mejor homenaje se le podía hacer que dar vida y comercializar la idea de piezas personalizadas que él tenía”, narra Elisa Pomar. Y así fue como nació la colección Pomar Joies d'Eivissa: “Pensé que era una pena que algo tan bonito y a la vez tan carísimo como las emprendadas -conjunto de joyas tradicionales que se lucen con los trajes de payesa-, que pueden llegar a superar los 35.000 euros, solo se pudieran llevar en una fiesta de pueblo y me dijea mí misma: ¿Por qué no sacarlo a la calle?”.
LA MARCA. Fue entonces cuando la diseñadora empezó a inspirarse en la joyería típica ibicenca para crear piezas coloridas y llenas de vida. Eso sí, bajo la premisa de que “lo antiguo nunca, jamás, se toca”. “Investigo los modelos, visito museos, archivos, y leo libros en los que aparece explicada la joyería típica ibicenca. Las piezas que sacamos de nuestro taller son piezas que están fotografiadas o muy bien explicadas, nunca modifico una joya antigua”, precisa Elisa.
Tal éxito ha tenido esta idea de mezcla y modernidad que incluso en otras joyerías de Eivissa ya se venden los diseños de Elisa Pomar como joyería típica ibicenca. “Veo en escaparates de otras tiendas piezas mías que las venden como joyería típica ibicenca y no lo son, son joyas de mi colección. Al principio me molestaba un poco, pero ahora me hace gracia”, señala esta diseñadora.
En la actualidad, esta joyería cuenta con cuatro tiendas repartidas entre el barrio de la Marina, donde se abrió la primera y aún se mantiene, y una en ses Figueretes. La producción de joyas tiene lugar en un taller de Eivissa en el que además hacen recuperación de piezas antiguas. Y en plantilla, cuatro empleados a los que se suman los refuerzos de verano. “Hay una empleada que cuando yo nací ya trabajaba aquí. Es una empresa muy familiar en la que intentamos que todos estemos a gusto”, explica Elisa, quien tiene claro cuál es la fórmula para que una empresa familiar perdure tanto en el tiempo. “Mucho amor por lo que haces. Es mucho sacrificio, pero forma parte de tu familia; tienes que cuidar el negocio como a una persona más de tu familia. Tengo la suerte de que mi trabajo me encanta y cuando esto pasa nunca se trabaja demasiado”.
CRISIS. Sobre cómo les ha afectado la crisis económica, Elisa asegura que lo están “notando”. “Ahora se trabaja más para ganar lo mismo, pero como trabajar es casi un placer no lo notas tanto. Cuando era pequeñita todo iba muy bien porque la joyería era pequeñita y vivíamos una familia con cuatro hijos. Luego crecimos y montamos las otras tres tiendas. De un taller pequeño hicimos otros tres negocios, pero eran otros tiempos”, explica.
Las dificultades económicas han cambiado los hábitos de consumo de turistas y residentes, pero eso esta empresa ha bajado precios y en la actualidad se pueden encontrar joyas desde 20 euros en adelante. “La gente tiene un poco de miedo de gastarse el dinero. Hay una mentalidad de guardar un rinconcito por lo que pueda pasar. Es lógico que se mire más en qué se gasta; antes venía un cliente y se llevaba una emprendada completa y ahora eso es impensable. Tenemos la suerte de que gracias al turismo la crisis no se ha notado tanto en Eivissa y, por eso, hay que cuidarlo. He enfocado la tienda más a gente joven porque me daba cuenta de que lo que se vendía, una chica de 25 o 30 años no se lo podía comprar. Tenemos joyas para todo tipo de nivel adquisitivo”.
‘CELEBRITIES'. Además de atraer a turistas y residentes, la colección de Pomar Joies d'Eivissa capta la atención de muchas de las celebrities que en verano van de compras por las calles de la Marina. “Por este barrio en verano pasan modelos, actrices de las más cotizadas, muchos futbolistas... Una anécdota curiosa es que Natalia Figueroa, esposa del cantante Raphael, vino a la tienda a decirme lo mucho que le había gustado el collar que le habían regalado”.
Unos de los clientes más conocidos y asiduos a las joyas de Pomar son los diseñadores Dolce & Gabanna, que incluyeron las piezas ibicencas en una de sus últimas campañas de publicidad protagonizada por Scarlett Johansson. En esta publicidad, Johansson luce unos pendientes que en realidad son dos colgantes de una emprendada de los años 70 (cada uno valorado en 3.500 euros). Los diseñadores los compraron hace unos diez años. “A raíz de publicidad como la de Dolce & Gabanna viene gente preguntando por las joyas. Esto siempre genera mucho interés”, explica. Además de la publicidad, la pasarela Adlib, en la que participan desde hace seis años de manera conjunta con el diseñador Tony Bonet, es una buena plataforma para dar a conocer sus diseños: “Tony y yo nos entendemos muy bien y eso se nota en la pasarela. Pienso que el concepto de Moda Adlib debe mantener la esencia de lo tradicional y respetarla, pero ¿por qué no de vez en cuando darle un toque moderno e incorporar influencias de otro sitio?”, reflexiona Elisa Pomar. “La moda Adlib es libertad, pero con respeto”.
EXPORTACIÓN. Por el carácter ibicenco de las joyas y sus diseños son muchas las ofertas que han recibido los hermanos Pomar para exportar sus joyas a lugares como Australia, Nueva York o Austria, pero tienen claro que es algo propio de la isla. “Han venido a hacernos ofertas para vender las joyas o abrir tiendas en muchas partes del mundo, pero siempre digo que no queremos ser una gran fábrica porque queremos personalizar aunque se gane menos dinero. No queremos que sea algo que se pueda encontrar en cualquier parte del mundo porque esto no es una franquicia. Es algo que solo se puede encontrar en Eivissa. Tenemos que evitar que la isla se convierta en una Marbella o una Córcega, por eso hay que diferenciarla y todo suma”, asegura contundente.