Aunque para algunos la palabra “lobby” puede tener una connotación negativa, estos juegan un papel importante en nuestra sociedad, y en realidad la labor de influir en la política desde fuera de ella no es negativa ni ilegal.
Un ‘lobby' (del inglés ‘vestíbulo' o ‘salón de espera'), en español, grupo de presión, es un colectivo con intereses comunes que realiza acciones dirigidas a influir ante las administraciones públicas para promover decisiones favorables a los intereses de ese sector concreto de la sociedad.
Porque la democracia tiene que ser algo más que ir a votar cada 4 años a unos partidos que llevan programas o promesas que casi nunca se cumplen, deben existir mecanismos de participación ciudadana y de otros colectivos, por ejemplo profesionales que puedan hacer llegar a los dirigentes las necesidades y expectativas reales y actuales de la sociedad. Y si bien hay pocos mecanismos, la sociedad civil tampoco hace mucho uso de ellos, como se puede comprobar en la pérdida paulatina de afiliados en muchas de estas asociaciones empresariales en los últimos años.
Los ‘lobbies' tienen una amplia tradición en Estados Unidos, donde su práctica ha sido entendida como una colaboración necesaria entre la sociedad y los poderes públicos para el ejercicio eficaz de la política.
En la Unión Europea los ‘lobbies' están regulados a través de un registro público que fue inaugurado en junio de 2008 con el fin de incrementar la transparencia de su funcionamiento, y en el que está incluida por ejemplo la Cámara de Comercio de Mallorca.
Joves Empresaris, CAEB, FEHM, etc., no voy a nombrar aquí todos los ‘lobbies' que existen en nuestra comunidad, pero se podrían agrupar en asociaciones vecinales, plataformas ciudadanas, patronales, asociaciones profesionales, asociaciones de trabajadores, sindicatos, medios de comunicación, etc.
La existencia de los ‘lobbies' es lo contrario a la estrategia que usaban los romanos con su célebre frase “Divide et impera” (divide y vencerás), orientada a mantener bajo control un territorio y/o una población, dividiendo y fragmentando el poder de las distintas facciones o grupos allí existentes, de tal manera que no pudieran reunirse en pos de un objetivo común.