Todos hemos visto alguna vez que un perro mueva la cola como muestra de alegría. Pero ¿sería posible que la cola, con su movimiento, también moviera al perro? Los estudiantes de física saben que es posible en el contexto de la tercera ley de Newton, que podríamos enunciar como “por cada fuerza que actúa sobre un cuerpo (acción), este realiza una fuerza de igual intensidad pero de sentido contrario sobre el cuerpo que la produjo”, mucho más conocida como “ley de acción y reacción”: cuando el cuerpo del perro aplica una fuerza sobre su cola (acción), y como resultado esta se mueve, la reacción es que el perro también se mueve desde la unión perro-cola a través del movimiento de esta. Sí, un poco lioso pero verás que está en contexto. Además, el juego de palabras es muy inglés: “the tail wags the dog”.
En política estamos viendo algo parecido. PP y PSOE, los dos grandes perros -dicho desde el profundo afecto que tengo por el animal- han comenzado a ser movidos por colas que ni siquiera sabían que tenían (léase Podemos y Ciudadanos), siendo estos últimos partidos emergentes los que, a modo de cola, han empezado a mover al perro. Gobiernan sin gobernar e influyen desde la minoría.
Asimismo, entrando en materia, los partidos políticos con casos de corrupción en sus filas quieren hacernos creer que el problema es de las personas, que es un problema de manzanas podridas y que se solucionará con caras nuevas. Pero olvidan que la raíz del problema está en la propia concepción de Estado/cortijo en el que se ha convertido, con unos controles que cada vez han sido menores y la política de amiguetes cada vez mayor, que crea los incentivos perversos que acaban cebando la corrupción.
En mi opinión es un error pensar que partidos nuevos -las caras nuevas- van a cambiar el panorama político si no cambian las reglas del juego. Tarde o temprano los cantos de sirena harán que los que manden en ese momento sean seducidos y devorados por las corrupciones del momento, que al igual que las burbujas llegan sin avisar. La gente, y los políticos, no son ni buenos ni malos sino que las oportunidades de trincar y el entorno para medrar se dan o no se dan, y es ahí donde los ciudadanos debemos estar más atentos
Ahora la gente se lanza hacia los “partidos-cola” sin mucha reflexión, y en busca de alivio, pensando que esa cola no acabará siendo parte del perro.