Xavier March ya hacía webs a los 14 años por diversión. Sin estudios de ingeniería ni de informática, ha trabajado como programador para Meliá y con 18 años fundó Refinería Web, una empresa de servicios de internet que lleva ya más de 2.000 proyectos. Es maestro.
¿Cómo ha cambiado vuestro trabajo desde 2003?
Ha evolucionado muchísimo. Nacimos haciendo webs, servidores y dominios puntocom. Fuimos ampliando los servicios con software a medida, móviles, gestión de redes sociales, posicionamiento web, diseño gráfico corporativo y consultoría IT. Si hace 10 años nos hubieran preguntado a qué nos dedicaríamos hoy, ningún miembro de mi equipo de comunicación lo habría dicho.
¿Una web de 500 euros me puede servir?
Nuestra experiencia es que hay muchos clientes que pagan dos veces. Primero compran una web más asequible y luego vienen a buscarte cuando no han vendido o cuando no se encuentran en internet. Nosotros tenemos contabilizado el tiempo de dedicación de un proyecto, y el mínimo son 40 horas. Hace cinco años el intrusismo nos afectaba más pero ahora los clientes ya están escarmentados.
Para una pyme que factura unos 200 mil euros al año, ¿qué es lo imprescindible en el terreno digital?
Depende de dónde está el cliente y cómo es tu producto. Hay productos que son carne de redes sociales. En cambio, una ferretería no tiene por qué estar. Linkedin es muy importante para hacer contactos con otras empresas. La principal diferencia es el “B2C” o “B2S”. El ‘business to consumer' (B2C) son estrategias para llegar al consumidor final. En cambio, el ‘business to business' pone en contacto diferentes empresas.
Para empresas más grandes, ¿hasta qué punto hay que seguir las novedades digitales?
Hay que priorizar. Como agencia estamos pendientes de las nuevas tecnologías pero somos cautos a la hora de venderlas. Lo principal es el retorno de la inversión. El objetivo es mejorar el embudo de conversión: de todas las entradas a la web, que compren más personas, y lo conseguimos con analítica web y mejorando la usabilidad.
Participasteis en la Factoría de Innovación. ¿Por qué y para qué os ha servido?
Escogimos mejorar la organización interna, porque somos una empresa que ha crecido mucho desde 2012, cuando éramos 12, a ahora que somos 30. Y hemos estado a punto de morir de éxito. El problema era cómo captar a más clientes si perdíamos el trato personal. Teníamos una captación de proyectos altísima, de 70 peticiones de proyectos de envergadura mensuales a valorar, un índice aceptación 40%. Es decir, que cada mes entraban más de 25 proyectos.
¿Cuál fue el remedio para no morir de éxito?
Algo tan básico como no tener departamento comercial fue un problema. La empresa tenía mucha dependencia de mí para presupuestar proyectos, y encontramos un director comercial enfocado a TIC. Es un perfil no productivo, como los project manager, pero generan calidad. También aplicamos procesos y metodologías, y mejoramos los incentivos de los trabajadores.
¿Dónde ve la empresa dentro de cinco años?
Siendo partners tecnológicos de muchas startups y convirtiéndonos en el referente en Mallorca del diseño web y apps móviles en calidad-precio. De momento colaboramos con Ca de Bou, Apper Street y Mallorca RunAway. En cualquier caso, nuestra curva de crecimiento ha sido brutal, porque todo lo que nosotros hacemos no se estudia en la universidad.