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La inteligencia emocional en la gestión, por Ramon Poch

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La nueva organización creativa busca una novedosa figura empresarial: la organización inteligente, que es la manera de entender las relaciones y las estructuras en que deben moverse nuestras organizaciones empresariales. Esta idea se corresponde con el pensamiento sistémico y nos ubica en las organizaciones empresariales inteligentes de la Quinta disciplina de Senge: que aprenden a aprender.

La economía del conocimiento requiere para su implementación una organización social abierta y proclive a las reformas necesarias en las que prevalezcan como causalidad fructífera la creatividad y la movilidad; en la que se incentive la excelencia de la investigación y de sus instituciones.

En la actualidad existe un creciente convencimiento de que el conocimiento constituye el principal activo de todo tipo de organizaciones, y en particular de las empresas. Así que no es de extrañar que haya un progresivo interés por su gestión. Pero la situación es paradójica porque, aunque el conocimiento siempre ha sido necesario para el funcionamiento de las organizaciones y se ha utilizado y valorado, su gestión no es fácil en la práctica.

La inteligencia emocional será una herramienta básica en la evolución de la gestión empresarial. Los conceptos como aprendizaje organizativo, capital intelectual, gestión del conocimiento e inteligencia emocional son algunas de las variables indicadoras del éxito competitivo de las empresas, como hemos visto.

Los proyectos de gestión del conocimiento presentarán, por lo tanto, formas de aplicación muy distintas, con objetivos también divergentes y dando lugar a resultados que variarán según sea el modelo de gestión en el que se inserte.

Un enfoque global de la gestión del conocimiento integra la utilización de las nuevas tecnologías y adopta todos y cada uno de sus componentes, tanto en la generación a través de la creatividad como de la transmisión y ulterior protección.

Uno de los retos más importantes a los que se enfrenta la gestión del conocimiento es el de demostrar que puede obtener resultados tangibles, lo que obligará a combinar la medición de los procesos de gestión del conocimiento con la cuantificación de los resultados finales. Se trata de apalancar y retroalimentar informáticamente los recursos y la información que existe en la empresa, con el fin de que sus empleados la consulten y adopten las prácticas aconsejadas en lugar de reinventarlas individualmente día a día.

La gestión del conocimiento es un proceso organizativo que planifica, coordina y controla los flujos de conocimiento que se producen en la empresa en relación con sus actividades y con su entorno.

Para concluir diremos que la gestión del conocimiento tiene como finalidad la utilización de este para optimizar los objetivos empresariales. El hecho de disponer del conocimiento requerido no garantiza el buen funcionamiento de la empresa. Se trata, pues, de una condición necesaria, pero no suficiente. Como también serán necesarios aspectos relacionados con la inteligencia emocional o la visión sistémica del entorno de la empresa, para citar solo dos ejemplos.

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