La expresión se usa habitualmente para designar a aquellos clientes que por diferentes razones, en general unidas a la percepción de falta de seguridad, abandonan el país al que acostumbraban a ir de vacaciones para dirigirse a otro que “ los toma prestados”.
Está claro que ni el antiguo destino tenía la propiedad de esos usuarios, ni el nuevo tiene obligación de devolverlos. Desde 2011, y con motivo de las llamadas primaveras árabes, los países que más turistas prestaron fueron Túnez y Egipto y el que más tomó prestados España, especialmente las Islas.
Algunos consumidores se toman en serio la provisionalidad y regresan a los viejos lugares una vez que las circunstancias han mejorado lo suficiente, pero otros muchos se acomodan rápidamente a la segunda opción. Esto último es lo que ha pasado con el turismo francés en Lanzarote, Tenerife, Fuerteventura y Mallorca, que ha descubierto que por unos duros más obtiene unas vacaciones mejores de lo esperado, en unos destinos que habían abandonado veinte años atrás. Esos turistas, como si de una usucapión se tratara, son ya de nuestra propiedad; en la jerga del negocio, han sido “fidelizados”.
En estos últimos meses ha vuelto a surgir la posibilidad de que nuestras costas y ciudades” tomen prestados” nuevos turistas; rusos (tres millones) y británicos (millón y medio) que iban en invierno a Egipto y tres millones y medio de rusos que irían en verano a Turquía. Por supuesto muchos de ellos volverán a las playas del Sinaí o de Antalya, y otros se quedaran en su país, pero basta con que un veinte por ciento estudien la posibilidad de “ir prestados “a otros plazas para que se produzcan efectos no siempre positivos.
De momento Egipto poco puede hacer, las compañías aéreas de sus mercados alternativos, Gran Bretaña y Alemania, tardarán, a instancias de sus respectivas autoridades, en volar de nuevo a Sharm el Sheik, mientras que Turquía con un producto de hoteles de playa de reciente construcción con amplios espacios y, en general de todo incluido, muy adecuado para familias rusas, que generalmente pasan un par de semanas en esas costas, se va a ver obligada a bajar radicalmente los precios para este verano, en un intento de mantener a una gran parte de su clientela rusa, golpeada además por la caída del rublo y, complementariamente a sustituirla con un incremento de sus principales compradores: los alemanes y de los británicos que ocupan el tercer lugar.
La gran capacidad ociosa en la costa egea turca y la calidad de ese producto, obligarán a gran parte de la oferta marginal española a competir por precio perdiendo los incrementos que se habían producido en los últimos dos años.
Y a nivel nacional terminará el año y la legislatura sin que se haya cumplido, ni de lejos, el principal objetivo del Plan de Marqueting 2012-2015: incremento de los ingresos reales en un veinte por ciento.