Para nuestro país, con una deuda exterior superior al billón de euros, urge cerrar cuanto antes la incertidumbre política creada a raíz del resultado electoral del 20-D. Como estamos comprobando, no será una tarea fácil. La fragmentación del Parlamento dificultará la configuración a corto plazo de un gobierno estable y de amplio espectro que es lo que necesita España para afrontar con decisión las reformas estructurales pendientes y seguir peleando para conseguir en el menor tiempo posible la imprescindible consolidación fiscal. Hará falta, sin duda, mucha capacidad de diálogo para conseguir la fórmula que asegure por fin la gobernabilidad del país.
De todas formas, ante este escenario político complejo y sin que se pueda descartar a priori la celebración de unas nuevas elecciones, los mercados no dan muestras de un excesivo nerviosismo (la prima de riesgo sigue en la línea de los últimos meses) y los inversores internacionales siguen apostando por España a pesar, insisto, de la existencia de un gobierno en funciones en Madrid y del problema secesionista de Catalunya con un govern recién constituido pactado in extremis entre JxS y la CUP.
Es lógico pensar que este comportamiento de los mercados se debe fundamentalmente al hecho de que el año pasado nuestro país lideró el crecimiento económico de los países punteros de la zona euro y de que, asimismo, las previsiones para este 2016, según el Banco de España, sigan siendo positivas. Se estima un incremento del PIB en el entorno del 2,8%, lo que consolidará con toda probabilidad nuestra recuperación económica. A estos efectos seguimos contando con importantes estímulos externos como el bajo precio del petróleo, la liquidez del Banco Central Europeo y los tipos de interés bajo mínimos.
Persistir en la recuperación nos va a permitir continuar con la creación de empleo, nuestro reto más importante (en 2015 se han creado 533.186 nuevos puestos de trabajo) y hacer frente a la devolución de nuestra importantísima deuda que, juntamente con la contención del déficit público y la caída de las reservas de la Seguridad Social, son, según la mayoría de expertos, los verdaderos peligros de nuestra economía.
Esperemos, finalmente, que la parálisis política no frene la ingente tarea que aún nos resta pendiente para conseguir los estándares de bienestar de antes de la crisis y que, asimismo, el cambio de ciclo de las grandes economías mundiales no nos pase factura. De momento, el IBEX ha empezado el año con mal pie a pesar de que la mayoría de analistas consideran que 2016 puede ser bueno para la bolsa. Esperemos que acierten.