La crisis no se acaba de marchar. Siete años después del inicio de la Gran Recesión, quedan muchos frentes abiertos. Ni el desempleo, ni el déficit, ni la deuda, ni el futuro de las pensiones se han corregido y no hay un plan claro sobre los temas que pueden condicionar el futuro próximo, como la creciente desigualdad o la economía digital. Son muchos los teóricos que ven posible una nueva crisis en 2017. En Balears los expertos consultados no confirman esta desaceleración en 2017, aunque advierten que los riesgos no son pocos. Ante esta situación de incertidumbre cabe hacerse dos preguntas: ¿Habrá otra crisis en 2017? ¿Y en este caso, cómo afectará a Balears?
Hay práctica unanimidad entre los expertos consultados: en la cuestión de la economía global, el exceso de endeudamiento es un problema que hay que atajar y hay que aposar por una reindustrialización.
En España, hacen falta toda una serie de reformas necesarias que no se han puesto en marcha y que impiden la salida de la crisis, entre ellas la energética, la bancaria o la política.
Y en Balears, apuntan a dos soluciones principales: perfeccionar la industria turística mediante innovación tecnológica ya que, pese a ser la principal fortaleza, necesita modernizarse para dar respuesta a las nuevas demandas; y la reindustrialización, también aquí, resulta imprescindible para reducir la exposición a shocks externos. Aun así, la previsión de crecimiento del Govern este año es del 3,5% y del 3,3% en 2017 según el BBVA Research. España es la economía con mayor crecimiento de la zona euro y Balears es un puntal en España, pero esto no quita que no se puedan ver afectadas por la coyuntura.
Los expertos no confirman que haya una nueva crisis en 2017 pero sí que el retroceso en el ritmo de crecimiento responde a debilidades sistémicas y que urge solucionarlas.
¿CRISIS EN 2017? ¿Habrá otra crisis en 2017? Son varios los expertos que han alertado de esta posibilidad, entre ellos Juan Ignacio Crespo o Santiago Niño Becerra, aunque también es cierto que otros como Simón Pérez y Álex Domenech pronosticaban en marzo de 2014 que 2017 sería el del final de la crisis.
Carolina Beltran afirma que “hay que ser muy cauteloso a la hora de hablar de una nueva crisis” pero que “los niveles de inversión siguien siendo escasos y no permiten reducir de forma sustancial las cifras de paro”.
Pau Monserrat considera que prever una crisis es sencillo y que lo difícil es “fijar en el calendario la fecha de la nueva recesión”.
Para Antoni Alcover, ha aparecido “una nueva escuela de economistas agoreros que anuncian continuamente nuevas crisis”, aunque afirma que “la caída de la bolsa y otros indicios como los tipos de interés nominales negativos podría anticipar según algunos analistas un nuevo periodo recesivo”. En el ámbito de Balears, Alcover no habla de recesión, pero sí de que como consecuencia de la dependecia que tienen las Islas de los mercados emisores de turistas, el español y los europeos, “el ritmo de crecimiento puede efectivamente ralentizarse”.
Pep Ignasi Aguiló sostiene que “todo depende de lo que se haga durante este año” en el terreno político y que “a pesar de la temporada turística se presenta excelente, el parón reformista comenzará a pasar factura a finales del año”, lo que “posiblemente” llevará a bajar la perspectiva de crecimiento de Balears de este año.
Según Onofre Martorell, para España “serán determinantes las nuevas políticas económicas que implante el próximo gobierno”.
Y José Antonio Avellaneda opina que “2016 apunta a una ligera desaceleración, pero en línea con lo previsto”, y añade que el crecimiento ligeramente por encima del 2% “hace una década era insuficiente y ahora no está nada mal”.
NO HAY VIENTOS DE COLA. La economía “no ha despegado”, como dice Pau Monserrat, y afirma que “estamos inmersos en una burbuja financiera”.
Carolina Beltran compara la situación actual con la de 2007 y 2008, de pánico por las subprime: “En aquel momento los detonantes fueron una crisis de crédito y del sector financiero; ahora han sido los emergentes y el crudo”.
Si el año pasado se hablaba de vientos de cola gracias a tipos de interés bajos, la bajada de precios energéticos y una baja o nula inflación, que estimularon el consumo interno y la vuelta al crédito, hoy estos motivos no son suficientes para mantener el ritmo de crecimiento. Los bajos tipos perjudican a los ahorradores e inversionistas, pero cualquier subida haría tambalear las finanzas públicas y las empresas que cada vez estiran más los márgenes.
España vive amenazada por la incertidumbre, es decir, la inestabilidad o inseguridad, el miedo que paraliza la toma de decisiones y que favorece la desinversión en busca de más estabilidad. Balears parece menos expuesta porque han recibido un trasvase de turistas hacia las Islas procedente de zonas en los que hay conflictos armados.
El gráfico del crecimiento del PIB balear muestra que en los dos últimos años se ha dejado atrás la recesión y que el crecimiento ha llegado con fuerza, aunque otras variables como el alto nivel de desempleo, la baja inversión, la deuda y los precios prácticamente planos indican que la economía no se ha saneado.
Todas las dudas vienen porque se ha ralentizado el crecimiento mundial, algo que está afectando cada vez más a España, y que se une al grave problema de endeudamiento público y privado que vive el país.
La pasada semana se hacía público que la deuda pública en el mes de marzo superaba el billón de euros, exactamente las Administraciones Públicas deben 1.095.358.000.000 euros, lo que supera el 100% del Producto Interior Bruto, es decir, que la deuda pública sobrepasa toda la actividad que genera España en un año.
PREVISIONES MUNDIALES. La economía mundial se desaceleró a finales de 2015 fruto, dice el Fondo Monetario Internacional (FMI), de una moderación de la actividad en las economías avanzadas. En consecuencia, corrigió a la baja las perspectivas de crecimiento en muchos países, entre ellos España, para el que rebajó la previsión por primera vez desde 2013 y la dejó en el 2,6% -una décima menos- en 2016 y el 2,3% en 2017.
Esperan que el crecimiento mundial aumente después de 2017 y que se llegue a 2021 justo por debajo del 4% “gracias a un nuevo repunte del crecimiento de las economías de mercados emergentes y en desarrollo”, con una normalización de la situación de países que actualmente sufren tensiones, el reequilibrio de China y el aumento de la exportación de materias primas.
En la zona euro, la demanda externa se ha debilitado, lo que se compensa con el abaratamiento de la energía, la acotada expansión fiscal y las condiciones financieras propicias. El crecimiento potencial seguirá siendo débil fruto de una elevada deuda, un bajo nivel de inversión y una pérdida de aptitudes debido al elevado desempleo a largo plazo, a los efectos del envejecimiento y la lentitud del crecimiento de la productividad total de los factores.