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Náutica Reynés, de las bicicletas a los barcos

Náutica Reynés dispone de un auténtico supermercado náutico.

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Cuando hablamos de Reynés en Menorca estamos hablando de una de las primeras empresas náuticas fundadas en la isla. Un negocio familiar que creó Benito Reynés Orfila en 1935 y que en la actualidad, tres cuartos de siglo después, dirige su nieto, a punto de traspasar el timón a la siguiente generación. Seguramente su mejor aliado para esta larga travesía ha sido su vocación de servicio y su concepto de una náutica integral para todos los públicos, facilitando el poder disfrutar de la navegación, no como un privilegio sino como un placer. Un equipo humano de treinta personas, el aval de los clientes y de las marcas más prestigiosas del universo náutico se han encargado del resto.

ORÍGENES. Fue en la antigua Plaza de la Libertad de Maó donde Benito Reynés Orfila fundó en 1935 Ciclos Reynés, una empresa del sector del hierro dedicada a la venta y reparación de bicicletas y ciclomotores. “Todavía guardamos un recorte de un periódico donde mi abuelo anunciaba la construcción de máquinas para cortar toda clase de tubérculos”, explica Benito Reynés Gelabert, actual gerente y nieto del fundador. “Era una persona muy emprendedora. Hasta llegó a trabajar de chófer en Argentina antes de abrir su propio taller. Recuerdo que incluso teníamos expuestos los primeros televisores de la marca Óptimus y la gente se detenía, asombrada, para verlos funcionar”, comenta. En 1965, el proyecto inicial fue evolucionando hasta atracar en el mundo de la náutica, con la reparación de los primeros motores.

Arreglábamos primeras marcas de motocicletas como Montesa y también motores de embarcaciones de la misma marca así como de otras como Chrysler. Mi padre ayudaba a mi abuelo con la contabilidad y yo me incorporé a los quince años. Ambos trabajábamos en el sector financiero, compaginando las profesiones hasta que decidí dejar la banca y encargarme del negocio”, comenta el actual gerente. “Recuerdo las barcas de fibra o las barcas Copino, una marca mallorquina que desapareció en el año 2000”, detalla emocionado. En 1985 ya contaban con cinco trabajadores y decidieron trasladarse a la calle Vasallo, a un local más grande de 200 metros cuadrados. La falta de espacio les planteó la necesidad de pensar en un nuevo salto.

EL SALTO. En 1993 dieron el paso definitivo para consolidarse como empresa de referencia. Inauguraron una nave en el polígono industrial de Maó de más de 2.500 metros cuadrados para exposición de embarcaciones, venta de material náutico y asistencia mecánica. Comenzaba así una nueva etapa de esta apasionante travesía, haciendo crecer a la compañía de manera progresiva e incorporando más personal y más metros cuadrados.

Todo ello favoreció que las marcas más solventes del sector se fijasen en Náutica Reynés como distribuidor oficial de sus embarcaciones de recreo y motores. Firmas como Mercury, MerCruiser, Cummins y Yanmar, en motores, le otorgaron el servicio Premium en calidad de agente en la isla. Pero también otras marcas nacionales e internacionales como Monterey, Mastercraft, Bayliner, Faeton o Guirbau, fabricada en Girona. En este sentido, tuvieron claro que cada persona tenía su propia manera de entender la navegación y por eso se abrieron a un amplio abanico de embarcaciones para todos los públicos, desde lanchas rápidas para los amantes de las emociones a propuestas más clásicas para pasear por el mar a otro ritmo.
Esta diversidad ha seguido perdurando a lo largo del tiempo y hace tres años se han lanzado al mercado náutico menorquín con la comercialización de la marca alemana Ford, consiguiendo una gran aceptación entre los clientes. “Desde el principio fuimos muy conscientes de la importancia de estar siempre a la vanguardia de lo que sucedía para asegurarnos poder ser siempre muy competitivos. La asistencia cada año a las ferias náuticas de Barcelona o de Düsseldorf, la mejora de nuestras instalaciones o la especialización técnica y comercial de nuestro personal ha sido una constante. Los frutos los hemos podido recoger después, obteniendo distintos premios de los fabricantes a nivel nacional por récord de ventas o por nuestro compromiso con el trabajo bien hecho”, explica orgulloso el gerente.

SERVICIOS. De los siete empleados iniciales han ido creciendo progresivamente hasta contar con un equipo humano de más de treinta profesionales entre taller y comercial. Un completo servicio náutico disponible las 24 horas que abarca no solo la venta y reparación, sino también la limpieza, la tapicería, el pupilaje o el invernaje, con 12.500 metros cuadrados y más de 200 embarcaciones bajo su custodia. “Siempre tuvimos claro el concepto de náutica integral para que la única preocupación del cliente fuera disfrutar de sus vacaciones en el mar y nada más”, explica Benito Reynés.

La vocación de servicio de Náutica Reynés, muy focalizada a las necesidades del cliente final pero también de otras náuticas más pequeñas, les animó también desde sus inicios a crecer en número de referencias y accesorios, convirtiéndose en un auténtico supermercado abastecedor de productos náuticos para Menorca. “Aquello de que si no lo encuentras aquí, no lo tiene nadie, es el comentario habitual en tienda”, explica Benito Reynés.

Otra de las apuestas importantes ha sido siempre su atención a los deportes náuticos, desde el wakeboard, el wakeslate, el stand up paddle o el kneeboard. “Ha sido otra forma de acercar el mar a la gente que hemos tenido muy presente en Náutica Reynés”, comenta el gerente. Uno de los impulsores de esta parte deportiva ha sido su hijo Óscar, cuarta generación que hace tiempo colidera las decisiones del negocio como director adjunto a dirección y que está previsto tome el relevo de su padre a su jubilación a partir del año que viene.

La saga Reynés todavía quiere contar muchas historias sobre el mar.

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