La semana pasada tuvo lugar en Menorca la celebración de una nueva edición del Foro Illa del Rei, en el que se pusieron de manifiesto los retos de la cocina menorquina. Una cita veraniega habitual, promovida por Es Diari en colaboración con diversas entidades, que en esta ocasión quiso abordar una cuestión que tiene mucho que ver con la consolidación de la marca Menorca para los 365 días del año. La gran conclusión final (ya intuida de antemano) es que todavía quedaba mucho trabajo por hacer para la consideración de un destino gastronómico per se pero los ponentes que intervinieron, se encargaron de certificar que la calidad de la oferta local, era incuestionable. Rafael Ansón, presidente de la Real Academia de Gastronomía, señaló que la cocina de autor que empezó en el País Vasco y Catalunya, ya se había extendido a toda España y en este sentido, Menorca no era ajena a esta revolución que desde hace unos años están protagonizando los cocineros, convertidos ahora en artistas segun el propio Ansón. Hacer de la isla un destino gastronómico no es ninguna utopía pero tal y como dijo Pep Palau, director del Fórum Gastronómico, el recetario tradicional debe ponerse al día para que no se viva como una cosa arqueológica. Por lo tanto, caldereta de langosta y oliaigu amb figues sí, pero de dalt de tot.
¿Cuántas veces se sienta a comer uno en Mallorca y sin pedirlo le sirven un vi de la terra y unas olives trencades? Desde luego en Menorca nos falta esta autoestima y una militancia hacia el producto local, otorgándole el valor que debe y se merece, sin caer en falsas creencias. Sin embargo, se puede reivindicar en el plato de cada restaurante los méritos ya conseguidos a todas luces como la salsa mahonesa y no mayonesa. O las cualidades del queso artesano elaborado y reconocido por la alta cocina. Por cierto, quizá empiece a ser oportuno diferenciar en la etiqueta si se trata de queso artesano o no en la Denominación de Origen Mahón-Menorca.
En definitiva, territorio, producto y cocina pero procurando siempre que productor y restaurador se encuentren y vayan cogidos de la mano. ¿Utopía? El escritor Eduardo Galeano lo definía así: “Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar”.