A la vista de los acontecimientos acaecidos en las últimas semanas creo que es preciso recordar que el turismo es nuestro principal activo económico. Fue el motor que posibilitó que Balears sufriera en menor medida que otras regiones los efectos negativos de la última crisis económica y su acción tractora ha hecho posible que nuestras islas hayan liderado y sigan liderando la recuperación económica en España. No conviene olvidarlo. Como tampoco hay que olvidar que en este periodo ha habido una apuesta clara y decidida por parte del sector turístico balear por aumentar la calidad de la oferta a través de la inversión privada. Inversiones millonarias que han permitido innovar, diversificar y aportar valor a través de la modernización de la planta hotelera y la reorientación del producto hacia segmentos de mercado con mayor capacidad de gasto. Una apuesta por la calidad frente a la cantidad que hemos de defender y apoyar y en la que es preciso perseverar. Es fundamental que prosiga este flujo inversor y su potente efecto dinamizador sobre la economía y la creación de empleo de más calidad. Esta es la línea trazada y en la que debemos seguir insistiendo, siendo para ello imprescindible que las diferentes administraciones, cada una en el ámbito de sus competencias, propicien esta inversión privada, la acompañen con sus políticas y la complementen desde la esfera pública en forma de mejora de infraestructuras.
De la mano del turismo estamos avanzando en un camino que nos aleja definitivamente de la crisis, pero que aún no hemos terminado de recorrer. La economía balear crece y hemos recuperado niveles precrisis en términos de empleo, riqueza y tejido empresarial pero son todavía muchas las empresas, sobre todo pymes, pequeñas y medianas, esa gran mayoría que integra CAEB, que siguen sufriendo para recuperar rentabilidades del pasado y, aún hoy, con indeseable frecuencia, seguimos asistiendo al cierre de empresas y al fin de conocidas firmas.
Para explicar esta situación es preciso entender que, si bien a la vista de los datos disponibles (afiliación, consumo, exportaciones…) es cierto que estamos creciendo, no es menos cierto que lo seguimos haciendo como siempre, más por volumen que por valor, utilizando para ello cada vez más recursos, pero aprovechándolos peor. Prueba de ello es el retroceso que vienen experimentado los indicadores de productividad y competitividad. Crecemos más, pero no mejor y, como consecuencia de ello, nuestro bienestar, el de todos, disminuye.
Por ello, no solo es preciso defender y apoyar la estrategia basada en el paradigma de inversión, innovación, modernización y diversificación del sector turístico en particular, sino de todo nuestro sistema productivo, considerando que solo aumentando la productividad lograremos tener una economía más competitiva y una sociedad más cohesionada. Porque no se trata solo de crecer, sino de traducir el crecimiento en bienestar y para ello es preciso que todos, sector público y sector privado, avancemos en la misma dirección. Hoy, una vez consolidada la recuperación económica, tenemos de nuevo otra oportunidad de conseguirlo.