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Los derechos de emisión de CO2 encarecen la factura de la luz

La factura de un usuario medio en agosto ascendió a 80,73 euros en agosto. | Josep Bagur Gomila

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En los últimos meses la factura de la electricidad ha subido de manera generalizada. ¿Por qué? Son varios los motivos que lo explican y, a pesar de que el sistema energético es complejo, se puede atribuir principalmente a la subida de precios de los derechos de emisión de dióxido de carbono.

Este verano se ha dado una “tormenta perfecta”, como indica una fuente consultada del Operador del Mercado Ibérico de Energía (OMIE), que ha provocado el incremento del precio de la electricidad, lo que encarece la factura de la luz.

Según la organización de defensa de los derechos del consumidor Facua, el recibo de la luz de un usuario medio (366 kWh mensuales con una potencia de 4,4 kW) ha pasado de 74,81 euros en enero a 80,73 euros en agosto (+7,9%).

CAUSAS DE LA SUBIDA. Varios motivos explican la subida de la factura de la luz que se ha vivido desde mayo. El motivo n principal es que ha aumentado el precio de los derechos de emisión de CO2. Las centrales de producción de energía necesitan comprar estos derechos, que se adquieren en el mercado europeo a través de subastas en la Bolsa Europea de la Energía (EEX por sus siglas en inglés) o en el mercado secundario. Los cambios regulatorios y una disminución de la oferta han hecho aumentar el precio de estos derechos. Si en enero se pagaban ocho euros por tonelada de CO2 emitida, este año se ha llegado a máximos de 25 euros, lo que sube el coste variable de producción de la electricidad.

El tiempo no ha sido muy ventoso, lo que ha provocado una menor producción de energía eólica, que es más barata. Y la materia prima -el carbón- se está encareciendo.

Asimismo, España compra electricidad de manera habitual a Francia, que suele tener precios inferiores, pero en los últimos meses cuesta igual que la española. Las fuentes consultadas indican que el incremento de la demanda no es el motivo por el que sube el recibo.

TIPOS DE TARIFA. Existen dos tipos de tarifas de electricidad para el pequeño consumidor: la del mercado libre, con unas condiciones determinadas pactadas con la comercializadora, y la tarifa regulada, llamada PVPC (Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor, la antigua Tarifa de Último Recurso). Los clientes con una potencia contratada de 10 kW o inferior pueden elegir qué modalidad desean y en España el mercado está repartido casi al 50%.

Los incrementos del precio de la luz de los últimos meses afectan a la tarifa regulada, que fija el Estado y que varía cada hora en función del precio del mercado mayorista. En cambio, las tarifas del mercado libre tienen unas condiciones fijas y no sufren estas subidas. A pesar de ello, tanto la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) como Facua han advertido que en términos medios la tarifa regulada es hoy por hoy ligeramente más económica, a pesar de las subidas. Los consumidores vulnerables -por debajo de un determinado umbral de rentas, familias numerosas o pensionistas- pueden acogerse al bono social, que otorga un 25% de descuento o más en el recibo de la luz.

Hay que tener en cuenta que el mercado de la electricidad es peculiar en Balears debido a la insularidad, que genera unos sobrecostes en la producción energética. El usuario de las Islas paga el mismo precio que en la Península y el Estado compensa el déficit.

¿HASTA CUÁNDO? Facua ha señalado en un estudio que el recibo de la luz del usuario medio ha subido un 85,7% en 15 años, pasando de 43,47 euros de 2003 a 55,31 euros en 2008, 74,81 euros en 2013 y 80,73 euros en 2018. Además, si se mantienen los precios de la primera quincena de septiembre, este mes la subida respecto a un año antes será del 15,8% interanual, pasando de 72,08 euros a 83,47 por el mismo consumo.

El Gobierno estatal ha anunciado esta semana que suspenderá el impuesto a la generación eléctrica, lo que permitirá una rebaja de entre el 2,5% y el 4% de la factura y creará un nuevo bono para la calefacción.

Los especialistas consultados indican que el futuro es “bastante pesimista” porque el precio de los derechos de emisión de CO2 no bajará e indican que la solución a medio y largo plazo es ampliar la producción de energía de fuentes renovables.

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