En la reciente celebración de la Gala del Empresario tuve ocasión de exponer mi visión sobre la situación de nuestra economía y el mal encaje que tienen ahora las políticas basadas en nuevas subidas de los impuestos -a los ciudadanos y a las empresas- en un momento como el actual marcado por una pérdida de ritmo en el que, junto a la desaceleración económica, vuelven a aparecer sombras en el horizonte.
Pensaba, y sigo pensando, que es preciso aprovechar el momento actual para que Balears lleve a cabo un proceso de transformación productiva que debe hacerse desde el impulso de la competitividad global y decía, y sigo diciendo, que el momento de hacerlo es ahora que hemos recuperado los niveles precrisis en empleo, en tejido empresarial y en PIB. Porque es ahora el momento de empezar a recuperar el bienestar que perdimos no solo durante la crisis, sino también el que hemos seguido perdiendo en esta última etapa de expansión como consecuencia de un patrón de crecimiento que necesita ser revisado.
Y solo hay tres maneras, tres fórmulas, para recuperar el bienestar perdido. Una funciona por el lado de la oferta y consiste en que agricultura, industria, construcción y servicios produzcan no solo más, sino mejor. Otra incide en el lado de la demanda y conduce a que exportemos no solo en más volumen sino con mayor valor. Y la tercera es por el lado de la renta e implica que aumenten simultáneamente todas las rentas: las salariales, los beneficios y las transferencias en forma de impuestos fruto no del incremento de los tipos, sino del aumento de la actividad.
Alentaba entonces, y lo hago ahora, a que utilicemos las tres fórmulas y que lo hagamos impulsando el común denominador de las tres, que es la productividad, y a que dejemos de querer solucionar un problema tan complejo como este con soluciones tan simples como subir los impuestos. Porque decir, o pensar, que si aumentan los impuestos aumenta el bienestar de la sociedad solo sería cierto a corto plazo y siempre que los impuestos no se dediquen a cubrir ineficiencias de las administraciones.
Pero el bienestar que interesa es el que se mantiene en el tiempo. Y ya hemos comprobado muchas veces que el bienestar que se gana vía impuestos a costa de los beneficios de las empresas se pierde irremediablemente cuando decae el ciclo económico, ya que hipoteca las posibilidades de inversión en conocimiento, tecnología, innovación, que son los motores del crecimiento y del bienestar a largo plazo. Y lo dice hasta el Nobel de Economía Paul Romer. No se pueden subir los salarios y a la vez los impuestos solo a costa de los beneficios si, a la vez, seguimos perdiendo productividad. Porque la redistribución de la riqueza también tiene que ser sostenible.
Y subir impuestos sin que aumente la productividad no es sostenible. No es la solución. La solución pasa por aprovechar el actual ciclo expansivo de la economía para corregir desequilibrios pendientes, avanzar en la consolidación fiscal y hacer reformas estructurales que son necesarias. Es preciso generar talento e integrar tecnología para alcanzar mayores cotas de productividad si lo que queremos es un tejido empresarial más competitivo, un mercado laboral más estable y con mejores salarios y, fruto de todo ello, mayor bienestar para los ciudadanos de Balears. Pero lo tenemos que hacer ahora. No podemos desaprovechar la oportunidad que nos brinda la situación económica actual porque no sabemos lo que va a durar.
Por todo ello pedí a nuestros gobernantes, y les pido ahora, que escuchen a los empresarios. Porque tener en cuenta la opinión de los empresarios es importante si lo que queremos es progreso económico y social, si lo que queremos que haya más trabajo y de mayor calidad, y si lo que queremos es, en definitiva, un futuro mejor que el presente.