La noticia de la quiebra de Thomas Cook ha supuesto un duro revés para el sector turístico de Balears y en especial para Menorca, donde además se añade un golpe en la línea de flotación de la frágil conectividad que goza la isla durante todo el año, ya que el turismo empaquetado que nos gusta criticar es el que precisamente nos da los vuelos.
En este sentido, la reacción de las Administraciones públicas ha sido contundente, con un planteamiento de shock para tratar de resarcir las pérdidas que supone el fin de la operativa del gran turoperador británico. De aquí a un año habrá que ver cómo se han materializado todas estas ayudas, pero las cifras hablan de 300 millones de euros que aprobará el Gobierno, una cifra ingente de recursos para paliar el desastre.
Lo más curioso es que la desaparición de Thomas Cook hizo subir la bolsa de Londres. Y es que estamos ante un sector en plena guerra por captar al cliente, donde lo más probable es que su vacío lo vengan a llenar otros players. Si cierra una fábrica de calzado de Menorca, no esperemos a que se abra otra, pero en el sector de la turoperación la situación es muy distinta, aunque es verdad que está viviendo una profunda transformación que también cuestiona su futuro. El presidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes, Rafael Gallego, explicaba en un artículo publicado en El Mundo que tradicionalmente eran los turoperadores quienes abrían, e incluso creaban, los destinos.
Invertían en ellos y, de alguna manera, regalaban los viajes. Hace unos seis o siete años, diferentes turoperadores europeos grandes y medianos dominaban un 80% de todos los destinos españoles de sol y playa, pero cuando arrancaron las aerolíneas low cost como Ryanair, los clientes empezaron a contratar por separado avión y hotel en destinos de medio radio. “Tres de cada ocho turistas que viajan a España están repitiendo, por lo que conocen el destino y no necesitan tanto que les organicen nada”, añade Gallego.
Por su parte, el periodista Jon Sindreu en The Wall Street Journal afirmaba que TUI es la última gran compañía que intenta mantener vivo el poderío de una marca de turismo empaquetado. Menorca, en este sentido, tiene una gran dependencia como destino de la turoperación y debería hacer los deberes para afrontar un cambio que se ve inevitable en su modelo de comercialización de plazas turísticas. La llave de la especialización del destino y de las redes sociales pueden ser buenos aliados.