El concepto «cisne negro» se refiere a un evento no esperado que puede afectar a las bolsas negativamente. En los últimos años hemos visto Brexit, COVID, crisis de inflación (esa sí se debería haber visto venir), Trump intentando hundir el comercio mundial, Francia en una crisis política sin precedentes, una guerra en Europa y hasta apagones digitales y de electricidad. Y estos últimos han sido relativamente frecuentes últimamente. El primero fue el 19 de julio del año pasado cuando en muchos ordenadores con sistema Windows de todo el mundo apareció la «Pantalla Azul de la Muerte». Dejaron de poder trabajar aerolíneas, aeropuertos, bancos, hospitales… La culpa no fue de Microsoft, fue un problema con una actualización de Crowdstrike destinada a proteger Windows (Crowdstrike es una de las empresas de ciberseguridad más grandes del mundo).
Aunque el problema se solucionó en poco más de una hora, se tardó mucho en recuperar los ordenadores, los hubo que estuvieron una semana inoperativos. Es verdad que Crowdstrike cayó con mucha fuerza en bolsa, pero el mercado valoró más su cuota de mercado, la dificultad de cambio de proveedor por parte de las tecnológicas a las que «defiende» que el coste reputacional y de demandas, así que se recuperó rápidamente. A pesar de la gran brecha que demostró el sistema informático mundial, pasó muy desapercibido en bolsa.
El segundo apagón fue tradicional. Aunque en Balears casi ni nos dimos cuenta, el apagón del 28 de abril ponía de manifiesto problemas energéticos importantes. Especialmente relevantes en un mundo cada vez más electrificado y con la revolución de la Inteligencia Artificial en plena ebullición (el consumo eléctrico de la IA es brutal). De nuevo las bolsas no se enteraron a pesar de ver cómo el cuarto país económicamente más potente de la Zona Euro no había sido capaz de contener tensiones eléctricas y se quedó a oscuras.
Y el tercero es el del lunes. La frase «no podemos cobrar por tarjeta» fue la más escuchada en tiendas, restaurantes… Un problema en Amazon Web Services, que da servicio de datos a muchísimas empresas del mundo hizo que sus sistemas dejaran de funcionar. Desde la propia Amazon, Prime Video o Alexa, hasta bancos como Lloys o medios de pago como Paypal, pasando por aerolíneas y varias empresas digitales se quedaron sin poder dar servicio. Segundo apagón digital en poco tiempo, en un mundo que se paraliza sin estos servicios. Y, de nuevo, la bolsa ni se entera: absolutamente ninguna de las afectadas por no poder vender nada en un día bajaron en bolsa. Solo Duolingo, pero el motivo fue una mala previsión de los resultados que presentará en noviembre. Esta complacencia de los inversores tiene dos visiones: Una positiva que supondría que la tendencia del mercado y los beneficios de las empresas pueden con todo. Pero también hay una negativa: que los inversores estemos cegados por la IA y sus expectativas y no seamos capaces de separar noticias negativas y amenazas reales de ruidos. Posiblemente se disiparán las dudas a medida que las empresas sigan presentando sus resultados de este trimestre.