Decenas de miles de activistas marcharon ayer en Copenhague como parte de un «Día de Acción» mundial para presionar a los países que participan en la cumbre de Copenhague para que acuerden un tratado que tenga fuerza para enfrentar el calentamiento global.
La manifestación se realizó en un ambiente festivo, pero la policía antimotines detuvo a cerca de 400 activistas después de que arrojaron algunas botellas y rompieron ventanas. Fueron forzados a sentarse en una calle, con las manos atadas tras la espalda.
Se estimó que concurrieron a la marcha entre 25.000 personas según la policía y 100.000 según los organizadores. «Marcharon en Berlín y el muro cayó. Marcharon en Ciudad del Cabo y el muro cayó», dijo en una vigilia con velas el ganador sudafricano del Premio Nobel de la Paz, Arzobispo Desmond Tutu. «Marcharon en Copenhague y vamos a conseguir un acuerdo real», añadió.
Las protestas se extendieron por todo el mundo, con el fin de influir sobre los delegados nacionales para que acuerden un tratado fuerte y vinculante para recortar las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero, en las negociaciones de 190 países desde el 7 al 18 de diciembre en Copenhague.
Los activistas dijeron que 4.000 eventos, como marchas o vigilias con velas, se estaban realizando desde Fiji hasta EEUU para presionar por profundos recortes en los contaminantes y reclamar «justicia climática».
Pero dentro del salón de conferencias en Copenhague, los delegados admitieron avances en algunos frentes pero muchos de los temas más complejos, como las metas de recortes de emisiones de gases invernadero y el financiamiento para ayudar a los países pobres, probablemente queden para la cumbre.
Sin embargo, añadieron que había profundas diferencias respecto a algunos asuntos como elevar los fondos para las naciones pobres y compartir el peso de los recortes de emisiones de dióxido de carbono.
«La próxima semana va a ser crucial», dijo Rajendra Pachauri, jefe del panel de la ONU de científicos climáticos.
La isla de Tuvalu, situada en el océano Pacífico, que teme que el aumento en los niveles del mar pueda borrarla del mapa, pidió de nuevo que se considere un tratado radical con recortes de emisiones más severos de los que se están evaluando.