El deseo del maestro francés Georges Pretre de enviar al mundo una «declaración de amor» con el Concierto de Año Nuevo se cumplió ayer en Viena con creces en un recital cargado de referencias románticas y de celebraciones a la vida.
Con 30.000 flores traídas desde Italia, la Sala Dorada del Musikverein vienés acogió la tradicional bienvenida al nuevo año que la Filarmónica de Viena ofrece cada 1 de enero.
Pretre afrontó con un excelente humor y mayor entusiasmo su anunciado objetivo de que «durante dos horas todos olviden sus problemas». Así, el recital lo inauguró la apertura de la opereta Die Fledermaus de Johann Strauss hijo, un auténtico canto a la alegría de vivir y a la fiesta