Varias embajadas empezaron ayer a retirar a su personal de Moscú debido a la elevada contaminación del aire por los incendios forestales, que según fuentes médicas ha agravado las enfermedades cardiovasculares y disparado los casos letales. Mientras el aislamiento crece, el malestar social se incrementa contra el Kremlin por la mala gestión.
Las misiones diplomáticas de Alemania, Austria, Polonia y Canadá han iniciado la evacuación de parte de personal y de sus familiares desde Moscú, que ayer volvió a amanecer cubierta por una densa manta de humo. Israel recomendó a su Embajada que retire de Moscú al personal que no sea imprescindible, mientras EEUU y varios países europeos advirtieron a sus ciudadanos sobre el riesgo de viajar a Rusia debido al impacto de los incendios en la seguridad, la calidad del aire y el transporte.
«El nivel de contaminación es muy alto», pues la concentración de sustancias nocivas en la atmósfera supera en más de seis veces los niveles máximos, informó el Departamento de Sanidad de Moscú. Sanidad mantuvo su recomendación a los moscovitas de no salir a la calle, no abrir las ventanas y utilizar mascarillas y máscaras de oxígeno, aunque unas y otras ya se han agotado en las farmacias, según denunció Irina Lobán, diputada de la Duma de Moscú.
Radiactividad
También contribuyó al nerviosismo la advertencia del ministerio de Situaciones de Emergencias de que la posible llegada de incendios forestales a las regiones fronterizas con Ucrania podría volver a esparcir en el aire restos de radiactividad procedente de la catástrofe nuclear de Chernóbil, de 1986. Fuentes médicas revelaron que desde el comienzo de la ola de calor en junio, con temperaturas de casi 40 grados, en la capital se registra un brusco incremento de los casos mortales por el doble impacto de las altas temperaturas y el humo en personas enfermas.
«La mortalidad en Moscú aumentó en un 29,7% en julio», cuando hubo unos 450 decesos diarios frente a la cifra habitual de 330, y el número total de muertos superó en 3.500 la media para ese mes, dijo a la agencia Interfax un funcionario de Sanidad. Guennadi Oníschenko, jefe del Servicio Sanitario ruso, desmintió ese extremo, pero Andréi Seltsovski, cabeza del Departamento de Sanidad de Moscú, admitió que sólo los casos de derrame cerebral registraron en la capital un aumento del 10%.