La conmoción y el desconcierto se apoderaron hoy de Noruega tras desvelarse que el presunto autor del doble atentado de Oslo y Utoya, con un saldo provisional de 93 muertos, es un «fundamentalista cristiano», «islamófobo» y «ultraderechista».
Así han caracterizado las fuerzas de seguridad al único detenido hasta el momento en relación con los dos ataques, un noruego de 32 años identificado como Anders Behring Breivik y que se entregó a la policía sin oposición tras perpetrar una masacre en la isla de Utoya.
Según las hipótesis que baraja la policía, el arrestado hizo estallar un potente coche bomba en el barrio gubernamental -que mató a siete personas- y marchó de inmediato en coche a la isla, donde se adentró en un campamento de las juventudes socialdemócratas y abatió con un rifle automático a al menos 85 personas, en su mayoría adolescentes.
Lo que por el momento es una incógnita, pese a que la policía ha interrogado durante toda la jornada al arrestado, es si éste actuó sólo «o si formaba parte de una red mayor».
«No estamos seguros de que se trate solamente de una persona. Según los testimonios de algunos testigos, pensamos que podría haber más de un tirador», explicó un portavoz de la policía, que va a recurrir al análisis balístico para comprobar cuántas armas se emplearon.
Además, el portavoz reconoció que los investigadores no saben nada por el momento «sobre los motivos», ya que la comunicación con el arrestado es «difícil».
La policía apuntó asimismo que la cifra final de fallecidos va a incrementarse, ya que aún hay cuerpos sin vida que no han sido rescatados de los edificios afectados por la explosión de Oslo, y que sigue habiendo al menos cuatro personas dadas por desaparecidas en Utoya.
Mientras se conocen los primeros avances de la investigación, la conmocionada población de Oslo participó hoy de forma espontánea en distintos actos de homenaje y depositó flores, velas, fotografías y dedicatorias en memoria de los fallecidos.
El primer ministro, Jens Stoltenberg, y el rey Harald IV de Noruega calificaron de tragedia nacional la doble matanza, por la que el país escandinavo guarda hoy un día de luto.
Pese a la destrucción que ha causado la fuerte deflagración en el centro de Oslo, que ha dañado gravemente cuatro edificios, la atención de la mayoría se centra en la masacre del campamento juvenil.
El primer ministro del país, el socialdemócrata Stoltenberg, consideró que los hechos de Utoya han sido «la peor tragedia nacional desde la Segunda Guerra Mundial» y ha recordado que él pasó veranos en aquella isla y que conocía personalmente a algunos de los fallecidos.
Según los testimonios de varios de los jóvenes, el detenido llegó a la isla por la tarde disfrazado de policía y mandó congregar a los alrededor de 560 jóvenes que acampaban allí junto al puerto con la excusa de revisar la seguridad en el campamento.
Entonces, sacó dos armas y comenzó a disparar metódicamente contra la multitud provocando durante más de 45 minutos escenas dantescas con persecuciones histéricas por el bosque y con jóvenes tratando de huir a nado o alcanzar botes neumáticos en las aguas del fiordo.
«La gente caía muerta delante de mí. Vi al hombre armado. Dos personas empezaron a hablarle y dos segundos después estaban muertas. El llevaba un uniforme negro con bordes rojos. Parecía nazi, con el uniforme que parecía de policía», relató Adrian Pracon, uno de los supervivientes.
Varios medios han especulado con la posibilidad de que el arrestado llevase meses, incluso años, planteando este doble atentado, algo que aún no se ha confirmado oficialmente.
En este sentido, destaca la información de que el presunto agresor compró en mayo seis toneladas de abono químico sin levantar sospechas, y que se hubiese retirado a una casa en el campo en 2006.
El ataque en la isla se produjo dos horas después del de la capital, cuando en los medios noruegos se sucedían las imágenes de escenas de caos en Oslo, con personas heridas tendidas en las aceras y ciudadanos ensangrentados entre ambulancias y equipos sanitarios.
Tras saltar la noticia del tiroteo, las informaciones sobre ambos atentados se solaparon durante horas.
Si inicialmente toda la atención se centró en la capital, de la que llegaban imágenes de edificios destrozados y ciudadanos heridos, a medida que avanzaban las horas se trasladó a la isla, donde finalmente se confirmó la matanza de dimensiones catastróficas que ha sacudido a toda Noruega.