Irán y seis grandes potencias mundiales alcanzaron este jueves un acuerdo de principios que pretenden convertir dentro de tres meses en un histórico tratado que ponga fin a doce años de conflicto nuclear con la República Islámica.
Tras ocho días de negociaciones en Lausana, Suiza, las cinco potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad y Alemania, consensuaron un documento que contiene numerosas limitaciones al programa nuclear iraní pero también varios incentivos económicos y políticos para el país en caso de que se cumpla lo acordado.
Lo más llamativo es la larga duración del acuerdo, de entre 10 y hasta 25 años en las limitaciones y controles a lo que se someterán las actividades atómicas de la República Islámica.
Las reservas de uranio enriquecido deberán ser reducidas durante 15 años desde unos 10.000 kilos hasta solo 300 kilos, al tener que diluirlas o venderlas en el mercado internacional.
El número de centrifugadoras de uranio en la instalación de Natanz será reducido de actualmente 20.000 a unas 5.000 activas, mientras en la instalación subterránea de Fordo habrá solo mil y encima no podrán ser usadas con material fisible.
La planta de Fordo y también la planta de agua pesada en Arak, que está en construcción, serán rediseñadas por completo para evitar que puedan ser usadas para fines militares.
«El camino del uranio y del plutonio hacia la bomba se ha cortado», aseveró Kerry, quien tendrá que defender el acuerdo definido hoy ante diferentes comités del Congreso de EEUU, dominado por los republicanos y críticos con esta negociación.
Por otra parte, los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) tendrán acceso a las instalaciones en Irán.
Teherán se compromete además a aplicar el llamado «Protocolo Adicional del Tratado de No Proliferación nuclear (TNP)», lo que permite inspecciones sin aviso previo en cualquier instalación atómica del país.
El OIEA podrá investigar así dudas sobre actividades nucleares iraníes en el pasado pero también en el presente, lo que alude al esclarecimiento de posibles dimensiones militares, denunciadas en 2011 por la agencia nuclear de Naciones Unidas.
A cambio, siempre y cuando este acuerdo sea ratificado y firmado de aquí al 30 de junio tras la precisión de sus detalles técnicos y legales, las sanciones internacionales, así como las unilaterales de EEUU y Europa, serán levantadas, por completo o gradualmente.
Las sanciones nucleares dictadas en los últimos nueve años por el Consejo de Seguridad de la ONU serán levantadas, al igual que algunas de las medidas económicas de las potencias occidentales.
Eso sí, en caso de que se detecte una violación del acuerdo, las sanciones internacionales se reactivarían, estipula el acuerdo.
El documento presentado hoy fue negociado por Irán y el llamado grupo 5+1, compuesto por las cinco potencias con derecho a veto en el Consejo de Seguridad (EEUU, Rusia, China, Francia, Reino Unido) y Alemania.
Los responsables políticos que negociaron y presentaron este pacto se mostraron hoy satisfechos, como el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, quien defendió con vehemencia lo acordado.
Al subrayar que todavía falta precisar y ratificar los detalles técnicos y legales del acuerdo, lo que deberá suceder en los próximos tres meses, el secretario de Estado subrayó que el futuro tratado «no dependerá de promesas, sino que dependerá de pruebas».
«No vamos a aceptar cualquier acuerdo, solo un buen acuerdo», aseveró el secretario de Estado en referencia a los críticos del acuerdo, como Israel, los países del Golfo Pérsico y sobre todo en el opositor Partido Republicano en EEUU.
Su homólogo iraní, Mohamed Yavad Zarif, destacó en sus valoraciones que «todo el mundo gana» con este acuerdo.
«A partir de ahora podemos avanzar y resolver los problemas», agregó el ministro iraní, quien defendió que lo acordado hoy no afecta la capacidad de su país de enriquecer uranio ni de llevar adelante investigación y desarrollo (I+D) atómico.
Por su parte, el ministro británico de Exteriores, Philip Hammond, estimó que el acuerdo va «mucho más allá» de lo esperado inicialmente, mientras que su homólogo alemán, Frank-Walter Steinmeier, habló de un «gran paso decisivo hacia adelante».
Francia se mostró más cautelosa y su ministro de Exteriores, Laurent Fabius, señaló que «queda mucho trabajo por hacer».