El presidente de Francia, François Hollande, ha anunciado este jueves que ha decidido no aspirar a la reelección como candidato del Partido Socialista en los comicios que se celebrarán el próximo año, lo que abre la carrera por el Elíseo en las filas de la izquierda.
«Soy consciente del riesgo actual de emprender un camino que no reúna el apoyo suficiente, así que he decidido no ser candidato para renovar mi mandato presidencial», ha dicho el jefe de Estado en una breve comparecencia ante los medios de comunicación en el Palacio del Elíseo.
Hollande ha explicado que de esta forma asume «toda la responsabilidad» por los «errores» cometidos en los últimos cinco años, que han hecho que su popularidad se sitúe en mínimos históricos. «La experiencia me ha enseñado humildad», ha señalado.
Entre estos «errores», el dirigente socialista ha confesado que le pesa especialmente haber propuesto retirar la nacionalidad a los acusados de terrorismo, en el marco de la reciente ola de atentados, debido a la «división» que ha generado en la sociedad francesa.
«El mundo, Europa y Francia han pasado por momentos particularmente graves. He intervenido en República Centroafricana, en Malí y en Irak para combatir el terrorismo islámico. En estas circunstancias difíciles, quería mantener la cohesión nacional», ha justificado.
Hollande ha asegurado que no solo ha intentado «mantener el modelo social» de Francia en época de crisis, sino «ampliar» el marco de derechos y libertades, y para ello ha ejercido de freno a las medidas de austeridad dictadas por Europa.
«Los resultados han llegado», aunque «tarde», ha admitido. Pese a que la inversión y el empleo empiezan a aumentar, Hollande ha reconocido que los niveles son todavía bajos para que la recuperación se perciba entre los franceses.
El mandatario se ha mostrado consciente de que su balance de Gobierno puede ser una carga para los socialistas, que ahora deberán elegir un candidato capaz de batir a François Fillon, de Los Republicanos, y a Marine Le Pen, del Frente Nacional.
Hollande ha advertido en contra del avance de «la extrema derecha» y ha abogado por una mayor apertura al mundo frente al proteccionismo. «Lo que está en juego no es una persona, sino el futuro de todo un país. No quiero que Francia se exponga a aventuras peligrosas», ha dicho.
No obstante, ha asumido que su papel en los meses que restan hasta la cita con las urnas, en primavera, será «dirigir el país» desde una posición distante de la batalla política. «Me dedicaré con la devoción más absoluta a la República», ha prometido.