República Democrática del Congo (RDC) vuelve a estar al borde del abismo. En el último año, el número de personas necesitadas de ayuda humanitaria se ha duplicado hasta alcanzar los 13,5 millones y el país acoge a 4,5 millones de desplazados internos, la cifra más alta del continente y que continúa aumentando cada día a medida que se intensifica la violencia en distintas zonas del país.
"La situación en el último año se ha deteriorado de forma gravísima y rápida", reconoce el jefe adjunto de operaciones de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), Fernando Rodríguez Arroyo, en entrevista con Europa Press. Según datos de la ONU, durante 2017 se registraron 1,9 millones de desplazados internos y 120.000 refugiados en los países de la región. Las previsiones son que a finales de 2018 haya 800.000 refugiados congoleños, el 55 por ciento niños.
Pero ¿a qué se debe este éxodo de los congoleños dentro y fuera del país? Pues básicamente a los "focos de violencia e inseguridad tremendos que están activos y que no lo estaban hace dos años", explica el responsable de OCHA.
A la persistente violencia en los Kivus, en el este del país, se sumó en agosto de 2016 el conflicto en la región de Kasai (sur), hasta entonces tradicionalmente pacífica, para unirse en 2017 la violencia intercomunitaria en la región de Tanganyika (este) y este año ha estallado de nuevo la violencia en Ituri, también en la parte oriental del país.
"Son conflictos dentro de conflictos dentro de conflictos, como si fueran las capas de una cebolla", resume Rodríguez. En esta 'cebolla' particular que es RDC, la capa última que lo envuelve todo es la crisis política provocada por la decisión del presidente del país, Joseph Kabila, de no dejar el cargo en diciembre de 2016 cuando expiró su segundo y último mandato.
Ahora, "lo que todo el mundo teme", reconoce el responsable de la OCHA, es que las elecciones que deberían celebrarse en diciembre de este año tras varios aplazamientos no se lleven a cabo. "Nos preocupa que el proceso político no se desarrolle de forma normal y con suavidad", admite, aunque "es imposible hacer un pronóstico de lo que va a ocurrir".
En realidad, subraya el responsable de la OCHA, en el país hay una "mezcla explosiva y cualquier cosa la puede inflamar". "La situación política y de seguridad puede cambiar en pocos días y sin avisar", advierte. "Es un problema muy grave pero RDC no está en el foco" porque existe la "percepción errónea" de que es "un problema antiguo" cuando en realidad, insiste, estamos ante nuevos conflictos que no estaban ahí "hace uno o dos años".
DESNUTRICIÓN E INSEGURIDAD ALIMENTARIA
El desplazamiento de la población ha tenido un claro impacto en las cosechas, ya que en muchos casos han quedado abandonadas o no ha sido posible plantarlas, lo que a su vez ha hecho aumentar la inseguridad alimentaria y en último término la desnutrición entre la población. En la actualidad, hay 7,7 millones de personas en situación de inseguridad alimentaria, es decir, que no saben si podrán comer y hay 2 millones de niños con malnutrición aguda severa, lo que les pone en riesgo de morir de hambre.
Esta última cifra, destaca la jefa de operaciones del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) en RDC, Inés Lezama, "es impresionante" y supone el 12 por ciento de todos los casos de malnutrición aguda severa que se contabilizan a nivel mundial, por encima de países en conflicto como por ejemplo Yemen.
Según explica a Europa Press, la violencia es un factor determinante en el aumento de los casos de desnutrición, como lo demuestra el que en Kasai se ha multiplicado las alertas, pero no el único, puesto que en zonas tranquilas del país también existen igualmente altos niveles de desnutrición entre los niños.
Los altos niveles obedecen también al "acceso precario a los servicios básicos" que hay en el país, donde tres de cada diez personas no tienen acceso a agua potable y donde aunque el 80 por ciento de los niños tienen acceso a educación primaria, son muchos menos los que la completan, mientras que solo el 43 por ciento accede a la educación secundaria, destaca Lezama.
Además, solo uno de cada cuatro nacimientos en el país queda registrado con las consecuencias futuras que ello tiene para los niños en cuanto al acceso a determinados servicios y hay una elevada tasa de matrimonios precoces, puesto que el 37 por ciento de las mujeres se casan antes de los 18 años. La violencia también ha dejado a niños separados de sus familias y los numerosos grupos armados operativos en el país han reclutado a miles de niños.
ITURI Y KASAI, DOS FOCOS DE CONFLICTO
La situación en Ituri, según Rodríguez, es "una crisis muy preocupante" puesto que "ha resurgido un problema antiguo entre los hema y los lendu" en una región que ya estuvo en su día en el origen de la grave guerra que asoló al país a finales de los años 1990 dejando cinco millones de muertos, la mayoría por hambre y enfermedades.
Desde diciembre, la violencia ha regresado tras años "dormida" y parece haberse "focalizado en mujeres y niños" con "episodios de sadismo" que han sembrado el "terror" entre la población, explica el responsable de la OCHA, que visitó hace unos días la región. Como consecuencia de ello, decenas de miles de personas se han visto desplazadas en la región y unas 60.000 han cruzado hacia Uganda a través del lago Alberto.
En el caso de Kasai, al contrario, el conflicto que enfrenta a las fuerzas gubernametales con la milicia local Kamuina Nsapu parece haberse calmado un poco, después de dejar 1,5 millones de desplazados en 2017. Actualmente, hay unos 900.000 desplazados. "Los que regresan vuelven a la nada", lamenta Rodríguez, puesto que se encuentran con las aldeas y las infraestructuras mínimas destruidas.
Según el responsable de la OCHA, muchos no tienen ninguna intención de regresar nunca porque consideran que no es seguro y porque perbibe "una inquina difícil de resolver entre unos y otros y hay una falta de iniciativas de diálogo" que ayuden a reconciliar a las comunidades enfrentadas.
MALAS PERSPECTIVAS DE FUTURO SI NO LLEGAN FONDOS
"Las perspectivas para los próximos seis meses no son halagüeñas", reconoce Rodríguez, que tiene claro que los congoleños "van a seguir huyendo mientras no mejore la situación en sus zonas de origen", de ahí la necesidad de hacer algo para contener "este monstruo que está vivo" y que es RDC.
Un análisis que comparte la responsable de UNICEF. "No se sabe cómo van a evolucionar los conflictos", subraya, aunque sí está claro que si se mantiene la actual situación de inseguridad alimentaria aumentarán los casos de desnutrición, sobre todo si la respuesta no es la adecuada en términos de escala y cobertura.
Y una vez más, para hacer frente a las enormes necesidades humanitarias de RDC son necesarios fondos. Unos fondos que, lamenta Rodríguez, en 2017 solo alcanzaron algo más de la mitad del total requerido y que en lo que va de año, de los 1.600 millones solicitados, solo suponen el 6 por ciento.
"La falta de fondos es uno de los principales problemas y aunque ante las necesidades inmensas se intenta priorizar por zonas y sectores la ayuda si no hay una respuesta suficiente va a ser casi imposible atender las necesidades", alerta la responsable de UNICEF. "Si no hay inversión y no hay un apoyo suficiente las consecuencias podrían ser aún más graves", incide.
En este sentido, ambos han apelado a los donantes a apoyar al país y a hacer más por RDC. "Mujeres y niños necesitan apoyo porque estamos hablando de generaciones enteras de niños", subraya, ya que en el caso de los niños desnutridos, "si sobreviven van a tener un cierto handicap en su desarrollo intelectual y productivo y esto repercute sobre el desarrollo global país".