La Agencia Federal de Investigación de Estados Unidos, el FBI, llegó a investigar al presidente del país, Donald Trump, bajo la sospecha de que estaba cumpliendo las órdenes del Gobierno ruso cuando decidió despedir en mayo de 2017 al entonces director de la organización, James Comey, según han informado múltiples fuentes cercanas al proceso a The New York Times.
Aunque se desconocen más detalles de la investigación, que se ha incorporado a las pesquisas generales que está desarrollando el investigador especial Robert Mueller sobre la posible conspiración entre la actual administración y el Gobierno ruso, se trata de la primera vez que se tiene constancia de que las agencias estadounidenses consideraron a Trump, ya presidente, como una amenaza para la seguridad nacional.
El ex abogado principal del FBI, James A. Baker, ha explicado al diario que el FBI comenzó la investigación tras concluir que el despido de Comey podría haberse tratado de un esfuerzo para obstaculizar la investigación de Mueller. «Y, más aún, para obstaculizar nuestra capacidad para comprender qué habían hecho los rusos, y ahí residía la amenaza a la seguridad nacional», ha puntualizado.
El abogado de Trump y ex alcalde de Nueva York, Rudy Giuliani, ha minimizado la importancia de la investigación. «Si no han conseguido nada en un año y medio significa que no hay nada», ha declarado al diario, aunque reconoció que desconocía los detalles de la misma.
Las fuentes del FBI han querido subrayar que esta investigación nunca tuvo naturaleza criminal, sino que fue desarrollada por su sección de contrainteligencia, con la diferencia de que estos casos no acaban en los tribunales sino en manos de las agencias de inteligencia especializadas como la CIA, o bien en las de personas especiales como el investigador Mueller.
A pesar de las reticencias iniciales a la hora de abrir la investigación, el FBI decidió finalmente ponerse manos a la obra después de que Trump declarara ante diplomáticos rusos que «había despedido a Comey por estar como una cabra» y por la «gran presión» a la que el mandatario estaba sometido por la investigación sobre Rusia. «Me la he quitado de encima», declaró ante los diplomáticos en el Despacho Oval poco después del despido de Comey.