Los equipos de emergencias están inmersos en una búsqueda a contrarreloj de las casi cien personas que siguen desaparecidas tras las explosiones registradas el martes por la tarde en el puerto de Beirut, que han dejado unos 150 muertos y 5.000 heridos.
«Estamos haciendo todo lo que podemos porque creemos que aún puede haber gente viva atrapada, pero hasta ahora solo hemos encontrado restos mortales», ha dicho uno de los rescatistas de Beirut, que lleva trabajando sin descanso 48 horas.
No obstante, se muestra consciente de que «puede que sea demasiado tarde para la gente que siga atrapada», indicando que aunque se ha anunciado la llegada de rescatistas internacionales será difícil que lleguen a tiempo.
Familiares de los desaparecidos se concentran en torno a la 'zona cero' con la esperanza de encontrar supervivientes. No pueden pasar porque el lugar está totalmente acordonado, pero aún así permanecen allí.
Entretanto, el descontento social va en aumento. El jueves por la noche se produjo una primera manifestación con la que decenas de personas intentaron llegar al Parlamento. La Policía se lo impidió dando lugar a enfrentamientos que incluyeron gas lacrimógeno, lanzamiento de objetos contundentes y barricadas incendiadas.
«Las explosiones fueron el martes y están trabajando muy lento», se ha quejado uno de esos manifestantes. «Si había gente viva atrapada bajo los escombros ya se habrá muerto», ha lamentado.
La Cruz Roja libanesa calcula que aún habría unas cien personas desaparecidas, la mayoría de las cuales son operarios del puerto de Beirut a los que las explosiones sorprendieron en su puesto de trabajo.
Las explosiones, que han destrozado por completo la zona portuaria dejando a unas 300.000 personas sin casa, se atribuyen a 2.750 toneladas de nitrato de amonio que llevaban años almacenadas en el puerto y que habrían ardido por las precarias condiciones de seguridad del lugar.
El Gobierno libanés ha pedido a la comunidad internacional que acelere el envío de ayuda porque los hospitales de Beirut están ya al límite de su capacidad, lo que está obligando a trasladar a los heridos a otras ciudades.
Las autoridades libanesas han creado una comisión de investigación que debería entregar sus conclusiones esta misma semana y han prometido aplicar «el castigo más severo» a los «negligentes».
Sin embargo, más allá de una posible negligencia, los libaneses achacan las explosiones a la extendida corrupción. «Este Gobierno es un fracaso», ha afirmado uno de los manifestantes.
Esta «catástrofe», en palabras del Gobierno, coincide con una de las peores crisis económicas que sufre la nación árabe, que se teme que ahora pueda agravarse hasta degenerar en una crisis humanitaria.