Como si de una mala escena de la Casa de Papel se tratase. Ámsterdam ha sido escenario de un suceso, cuanto menos, curioso: un joven armado de 27 años tomó durante cinco horas a más de 70 rehenes en un Apple Store y exigió 200 millones de euros en criptomonedas para su liberación. La huida a la carrera del último rehén puso fin al secuestro. El joven entró vestido de camuflaje a media tarde de este martes en la tienda de la céntrica plaza de Leidseplein y tomó de inmediato como rehén al primer cliente que vio, a punta de pistola. Varias imágenes circularon por las redes sociales con el secuestrador caminando por la tienda con un brazo alrededor del cuello del rehén (un cliente británico de 44 años), o de los dos sentados uno frente al otro. Los detalles los ofreció esta madrugada la alcaldía, la fiscalía y la policía de Ámsterdam, que mantuvieron en secreto toda la negociación y la información sobre lo que estaba ocurriendo para no influir en la investigación.
Dentro del edificio había más de 70 personas en diferentes pisos, y cuatro se escondieron en un armario en la planta baja. «Vivieron con miedo durante horas. Hemos organizado apoyo psicológico a las víctimas», señaló el vicealcalde Rutger Groot Wassink. Los bares, restaurantes y otros locales colindantes encerraron a la gente dentro por el riesgo de un eventual tiroteo, la policía acordonó toda la zona, cerró el tráfico en ambas direcciones y pidió refuerzos del Servicio de Intervenciones Especiales (DSI), con coches blindados, y agentes de la gendarmería. El secuestrador es un hombre de 27 años nacido en Ámsterdam, con antecedentes penales relacionados con la Ley de Armas y Municiones, y, en principio, actuó solo, con un arma automática, una pistola y con un chaleco antibombas que durante el secuestro mostró como un supuesto chaleco explosivo. «El sospechoso tenía constantemente al rehén a punta de pistola y amenazaba con hacerse estallar. Teníamos la impresión de que no sabía exactamente cuántas personas había en el edificio», explicó el jefe de la policía de Ámsterdam, Frank Paauw. Fue el propio perpetrador quien se puso en contacto con la policía en cuanto llegaron al lugar los primeros agentes, y abrió fuego al menos cuatro veces contra ellos con un arma automática, disparos que los rehenes también escucharon.
Exigió 200 millones de euros en criptomonedas o se «inmolaba» dentro, y entonces empezaron las negociaciones: ya de noche, la policía logró que varias personas saliesen poco a poco del edificio, hasta contabilizar unas 70 personas, pero dentro de la tienda aún quedaba el secuestrador y el cliente al que apuntaba con la pistola. Cerca de la medianoche, el secuestrador pidió agua y la policía se la envío con un robot hasta la puerta de la tienda, un momento de despiste que el rehén aprovechó para escapar corriendo, pero el agresor salió detrás de él, y los dos protagonizaron una carrera a la que puso fin un atropello del agresor con un coche del DSI. Todo eso también quedó grabado. «Esas imágenes siempre son terribles, pero dada la situación, estamos felices de que esto haya sucedido» de esa manera, añadió Paauw, que subrayó el rol primordial del rehén que salió corriendo, puesto que «desempeñó un papel heroico al garantizar un gran avance, de lo contrario, podría haber sido una noche larga», admitió el oficial.
Con el atropello, la toma de rehenes había llegado a su fin. El secuestrador quedó tumbado en el suelo, mientras le apuntaban los francotiradores de varios lados -como muestran los láser de los rifles sobre su cuerpo- y un robot lo examinó en busca de explosivos. Cuando se confirmó que no llevaba bombas, una ambulancia lo trasladó con vida al hospital. Los agentes registraron dos casas vinculadas al autor de los hechos y este miércoles continúa la investigación sobre un suceso que el vicealcalde lamentó como un «evento impactante» y «otro incidente violento en el centro» de Ámsterdam, en el momento en el que la ciudad se preparaba para volver a recibir turistas tras el fin de las restricciones por la COVID-19.