Una mochilera alemana de 26 años desapareció en Australia tras emprender un viaje por carretera hacia el interior del país, uno de los entornos más hostiles del mundo.
La última vez que se vio a Carolina fue en una gasolinera. Las imágenes fueron captadas por una cámara de seguridad. A partir de ahí se le perdió el rastro.
Días más tarde, su coche fue hallado, pero ella no estaba dentro. El vehículo sufrió un fallo mecánico y Carolina decidió abandonarlo.
Comenzó entonces un arduo periplo de doce días durante los cuales Carolina bebió de charcos, comió lo poco que llevaba encima y durmió en una cueva. Soportó las inclemencias del tiempo, el sol abrasador, las picaduras de los insectos y una herida en el pie que le dificultaba caminar. Tras convencerse de que iba a perecer en ese paraje tan hostil, un motorista la encontró exhausta, deshidratadas, hambrienta y viva.
«Quiero expresar mi enorme agradecimiento desde el fondo de mi corazón, un agradecimiento desde lo más profundo de mi alma», fueron las declaraciones de Carolina Wilga tras ser rescatada.