Los presuntos culpables de la muerte de Mati Muñoz, la ferrolana residente en Palma asesinada en Indonesia, han dado a conocer los hechos que rodean el asesinato de la mujer en un último interrogatorio en el que han dejado todavía algunos cabos sueltos.
Según informa el diario ABC, en la primera declaración los dos varones responsables de la muerte intentaron justificar sus acciones declarando que el fallecimiento fue fruto de una discusión acalorada, en la que uno de ellos la empujó y la hizo perder el conocimiento. Finalmente, uno de los sospechosos, empleado del hotel donde se alojaba Mati, y el otro, exempleado del hotel despedido por robar a los clientes, reconocieron ante las autoridades que accedieron a la habitación de hotel donde Mati Muñoz dormía alrededor de las tres de la mañana del 2 de julio.
Según la nueva versión, al tiempo que los acusados rebuscaban entre los enseres de Mati, ella se despertó increpándoles, momento en que los asesinos la asfixiaron con sus propias manos, la envolvieron en su propia sábana y depositaron su cuerpo en el cuarto de materiales del hotel que actualmente está en desuso.
En la investigación se evidenció que, al ser reconocidos por la víctima, decidieron matarla antes que salir corriendo para evitar ser identificados. El hotel Bumi Aditya, el lugar del crimen, acumula numerosas quejas en Internet debido a la asiduidad de robos producidos en su interior.
Entre las incógnitas que faltan por responder está el hallazgo del pendiente de Mati bajo la cama siete semanas después de su muerte y la desaparición del televisor de la habitación que ocupó Mati Muñoz hasta su muerte.
Durante esas siete semanas, el cuerpo de Mati permaneció en el cuarto de materiales del hotel, desde donde fue trasladado por los malhechores hasta la playa de Batu Bolong, a un kilómetro del lugar del crimen. Allí cavaron un agujero con sus propias manos y depositaron el cadáver de Mati, ya en avanzado estado de descomposición.
El botín del robo, según la policía de la localidad de Senggigi, fue de tres millones de rupias indonesias, unos 156 euros. El pasaporte de la fallecida se recuperó días antes en las inmediaciones del hotel y los ladrones tiraron sus tarjetas de crédito a la basura.
El teléfono de Mati fue vendido en el mercado negro, hecho que propició la detención de uno de los asesinos por parte de la Interpol. Una vez detenido, su confesión llevó a las autoridades a realizar la detención de su compinche.