El fotógrafo español Manu Brabo, detenido durante un mes y medio en Libia por la policía de Muamar el Gadafi, aseguró ayer que no se arrepiente de haber viajado al país norteafricano. Cuando le arrestaron «estaba viviendo el sueño de mi vida y haciendo mi trabajo todo lo bien que he sabido», dijo.
Brabo llegó ayer al aeropuerto de Barajas desde Túnez, acompañado del embajador de España en ese país, Antonio Cosano, y, aunque dijo que no sabe si volverá a Libia, «porque si me pillan una segunda vez no sé si me voy a salvar», reconoció que le da envidia ver el trabajo que están realizando sus compañeros en Misrata.
Agradecimiento
Ante más de un centenar de periodistas, el fotoperiodista asturiano relató su cautiverio junto a su madre, Victoria Bravo, y a su padre, Manuel Varela, que con voz entrecortada y lágrimas en los ojos agradecía la labor de Exteriores por «haber mantenido la esperanza viva estos días» y el «apoyo y respeto» de la prensa y de los amigo».
Dijo que nunca perdió la esperanza «porque si no acabaría siendo un andrajo en una celda»
«La cagamos un día pisándolo igual un poco más de lo que lo teníamos que pisar», recordó el fotógrafo, que relató que estaba en primera línea cuando hubo un ataque del Ejército de Gadafi y los rebeldes huyeron y «nos dejaron allí».
«Nos acercamos a la carretera y comenzaron a disparar sobre nosotros. Nos pillaron y, como en una película, se bajan del coche, te fríen a culatazos, te suben a un pick-up, te llevan a una casa, de allí a otro sitio y te someten a un primer interrogatorio con los ojos vendados».