Benedicto XVI reiteró hoy el celibato sacerdotal y pidió a los seminaristas que no se dejen intimidar «por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia».
El pontífice hizo estas manifestaciones en la homilía que pronunció durante la misa que oficia en la catedral de La Almudena, de Madrid, ante unos 5.000 seminaristas, en su tercer día de estancia en España con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud.
Benedicto XVI les exhortó a afrontar el reto sacerdotal «sin complejos ni mediocridad».
Asimismo, les dijo que no teman que los «menosprecien», ya que eso ocurre con quienes evocan «metas más altas o desenmascaran los ídolos ante los que hoy muchos se postran».
El papa dijo que los sacerdotes deben ser santos, para no crear una contradicción «entre lo que somos y la realidad que queremos significar».
«La santidad de la Iglesia es ante todo la santidad de la misma persona de Cristo, de su evangelio y de sus sacramentos, la santidad de aquella fuerza de lo alto que la anima e impulsa. Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción entre lo que somos y la realidad que queremos significar», afirmó.
El obispo de Roma les invitó a vivir la formación sacerdotal con «profunda alegría, en actitud de docilidad, de lucidez y de radical fidelidad al Evangelio».
Benedicto XVI manifestó que la entrega total a Cristo es la que inspira «la decisión de vivir el celibato por el Reino de los cielos, el desprendimiento de los bienes de la tierra, la austeridad de vida y la obediencia sincera y sin disimulo».
Benedicto se refirió al proceso de formación de los seminaristas y señaló que deben ser años de silencio interior, de permanente oración, de constante estudio y de inserción paulatina en las acciones y estructuras pastorales de la Iglesia.
Iglesia que es -añadió el papa- comunidad e institución, familia y misión.
El obispo de Roma les animó a vivir los años de formación, además de con profunda alegría y docilidad, con lucidez y «radical fidelidad evangélica, así como en amorosa relación con el tiempo y las personas en medio de las que vivís».
El pontífice señaló que en cualquier circunstancia en la que se halle, y por dura que esta sea, el sacerdote ha de fructificar en toda clase de obras buenas, guardando para ello siempre vivas en su interior las palabras del día de su ordenación, «aquellas con las que se le exhortaba a configurar su vida con el misterio de la cruz del Señor».
A este respecto, les pidió que estén muy cerca de los enfermos, de los enfermos y de los pobres, con sencillez y generosidad.
«Afrontad este reto sin complejos ni mediocridad. Apoyados en su amor, no os dejéis intimidar por un entorno en el que se pretende excluir a Dios y en el que el poder, el tener o el placer a menudo son los principales criterios por los que se rige la existencia», afirmó.
Benedicto XVI dijo que el sacerdocio exige «valentía y autenticidad» y les exhortó a obedecer las disposiciones de la Iglesia.
En nombre de los seminaristas, habló el español Pablo Lamoca, que le dio las gracias por el cuidado pastoral que les presta, y señaló que hoy día «no resulta fácil» la misión de ser sacerdotes.
«Nos cuesta mucho llegar a nuestros hermanos alejados o no creyentes. Sin embargo, queremos ofrecer la esperanza del Evangelio con nuestra futura entrega sacerdotal», afirmó el seminarista.