Los médicos prescribirán desde mañana la medicación a sus pacientes por principio activo, es decir con el nombre de la molécula que contiene el fármaco en lugar de con la marca comercial, mientras que los farmacéuticos tendrán la obligación de entregar a los pacientes el que sea más barato.
Por poner algunos ejemplos, el martes los doctores recetarán ácido acetilsalicílico en lugar de aspirina, paracetamol en lugar de gelocatil o diazepam en lugar de valium.
No se trata de complicar la vida a los españoles con palabras raras sino de ahorrar a las maltrechas cuentas del Sistema Nacional de Salud unos 2.000 millones de euros anuales sin dañar la calidad de la prestación, al amparo de un decreto aprobado por el Gobierno para salvaguardar el actual modelo sanitario de la crisis económica.
De hecho, los boticarios dispensarán un medicamento de los que estén a menor precio dentro de los que contengan el mismo principio activo, la misma dosificación y la misma vía de administración.
No obstante, el facultativo podrá prescribir al paciente el que considere más apropiado siempre que exista «una necesidad terapéutica justificada», algo que hará constar en las recetas oficiales avalándolo con su firma, según ha aclarado el Ministerio de Sanidad.
De forma también excepcional, el galeno podrá detallar la marca comercial siempre y cuando el fármaco esté a precio menor, lo que podría suponer un beneficio para la continuidad del tratamiento.
Y es que 8 de cada 10 médicos españoles consideran que esta nueva modalidad puede dar lugar a cambios reiterados en los medicamentos, originando «confusión, pérdidas de adherencia o duplicidades», en especial en los enfermos crónicos, polimedicados y personas mayores.
Así se desprende de una encuesta realizada por la Federación de Asociaciones Científico Médicas Españolas (FACME), que revela además un dato curioso y difícil de explicar: el 75 % de los doctores reporta que sus pacientes notan cambios en la efectividad de algunos fármacos aunque contengan el mismo principio, dosis y vía de administración.
En esta línea, galenos y enfermeras han exigido a Sanidad que se garantice un «envase inequívoco» para los tratamientos que sean equivalentes.
La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), la Sociedad Española de Calidad Asistencial (SECA) y la Federación de Asociaciones de Enfermería Comunitaria y Atención Primaria (FAECAP) han suscrito el manifiesto «Si son iguales, que parezcan iguales», en el que se plantea esta necesidad.
Los firmantes creen que el nuevo sistema se debe acompañar de medidas complementarias que garanticen su seguridad. Recuerdan que, sin una identificación clara, se pone en peligro la correcta medicación de los pacientes, aumentando los problemas de cumplimento y el riesgo de efectos adversos.
El presidente de la Organización Médica Colegial (OMC), Juan José Rodríguez Sendín, se ha sumado a esta demanda y ha exigido a las autoridades sanitarias que eviten este lío porque «no es razonable que la apariencia de las pastillas confunda a los pacientes».
«No es un problema de la prescripción por principio activo, sino de quien tiene que tomar la decisión para evitarlo», ha dicho el doctor, quien ha animado a los profesionales sanitarios a «estar atentos» y a dar «todo tipo de explicaciones» a las personas que atiendan en sus consultas los próximos días.
Para ilustrar la situación que puede experimentar el usuario si a cada visita a la farmacia recibe un envase distinto, sirve el ejemplo del omeprazol, un protector de estómago, del que hay más de 40 genéricos y más de 20 no genéricos que pueden prescribirse, lo que significa que podría recibirlo en más de 60 envases distintos.
La Federación Empresarial de Farmacéuticos Españoles (FEFE) cree que el decreto limita el acceso de los españoles a los medicamentos y disminuye «considerablemente» el nivel de prestaciones, además de suponer un ahorro del gasto «mucho menor» al anunciado.
Sin embargo, Farmaindustria ha aplaudido que la norma permita a los pacientes seguir su tratamiento con las marcas habituales siempre que igualen su precio con el genérico, porque eso permitirá conseguir los «máximos ahorros» sin confundir a los enfermos.