Dos nietas de desaparecidos durante la dictadura, que declararon ayer como testigos de la defensa en el juicio a Baltasar Garzón por investigar los crímenes del franquismo, aseguraron al Tribunal Supremo que acudir a la Audiencia Nacional era su única opción para «cerrar heridas» y lograr reparación.
«Mi abuela ya murió y solo cerró sus heridas con la muerte. Yo lo que pretendo es que mi madre pueda cerrarlas antes de morir con la justicia y la reparación», afirmó María Antonia Oliver París, representante de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica de Mallorca.
Preguntada por el abogado de Garzón sobre qué les motivó a denunciar, Oliver dijo que la mayoría de los familiares de los desaparecidos se educó en dictadura, y que «las víctimas no sabían que tenían este derecho».
«Pero los nietos, que sí que sabemos que tenemos ese derecho, empezamos a pensar que teníamos el derecho y el deber de denunciarlo», añadió.
Oliver afirmó que «los delitos no prescriben» y que «su dolor y sufrimiento es permanente».
Por su parte, Josefina Musulén Giménez, de la asociación de Aragón, declaró que los nietos de los desaparecidos siguen buscando «con la misma dignidad» a sus familiares, «pero sin el miedo que tenían nuestros padres».