La familia del sacerdote español Miguel Pajares fallecido este martes a consecuencia del virus del ébola cree que su muerte «ha sido un final feliz». La muerte del religioso ha cogido, sin embargo, por sorpresa a su familia que creía que permanecía estable en el Hospital Carlos III de Madrid, donde fue ingresado el pasado jueves tras ser trasladado desde Monrovia (Liberia).
«La noticia nos ha sorprendido pero creo que es un final feliz, quizás el mejor, aunque parezca una barbaridad, porque si Miguel tiene que vivir con la pena de la muerte de sus compañeros del Hospital San José no hubiese podido estar en paz,», ha explicado la prima del religioso, Begoña Martín, tras interesarse por los medios de comunicación de la muerte.
Martín no confiaba en exceso en la recuperación de su primo pese al medicamento ZMapp, llegado de Estados Unidos, que se le estaba aplicando desde el pasado fin de semana. «Confiaba en un cincuenta por ciento en que pudiese salvarse», ha asegurado la prima del religioso quien dijo sentirse tranquila pese a la noticia.
Tras la muerte del religioso español, la familia confía en que ahora el esfuerzo se vuelque en ayudar a los países afectados por el ébola como Liberia. «Lo único que pido es que todo esto que se ha organizado sea para que los países ricos ayudemos a los que lo necesitan», ha añadido Begoña Martín.
El fallecimiento del religioso español se produce un día después de conocerse el de su compañero, el hermano de San Juan de Dios George Combey, que había sido evacuado al hospital de Elwa, junto con la hermana Paciencia Melgar, ambos enfermos de ébola. El sábado falleció la hermana Chantal Pascaline.