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Iglesias quiere un Podemos que mantenga la tensión hasta las elecciones

Imagen de archivo de una rueda de prensa con Pablo Iglesias e íñigo Errejón. Las tesis de ambos tomarán el pulso de los apoyos entre la militancia en la asamblea de Vistalegre II. | Efe

| Madrid |

El plan político que el líder de Podemos, Pablo Iglesias, quiere llevar a Vistalegre II diseña una estrategia para «ganar» en 2020 «a la ofensiva»; quiere diputados que no sean políticos sino «activistas institucionales» y que mantengan la tensión en la institución y en la calle canalizando la lucha social.

El borrador del documento «Plan 2020: ganar al PP y gobernar España» que Iglesias ha hecho público en las redes sociales señala una meta: llegar a La Moncloa, prepararse para gobernar y en el camino, revalidar las victorias en los ayuntamientos del cambio y ampliarlas a más municipios y comunidades autónomas que tienen elecciones en 2019, y que servirán como «brújula» a la organización.

Mientras llega ese momento, Iglesias es partidario de que Podemos vaya adquiriendo rodaje para «la toma» del Gobierno. Calcula que tendrán cuatro años para hacerlo, una legislatura larga porque el Gobierno de Mariano Rajoy no es «tan débil», gracias a la «entrega» del PSOE al PP.

Con esa perspectiva, y la inspiración del modelo inglés, propone crear en Podemos un grupo de «perfiles políticos y técnicos», un «gobierno en la sombra», que vaya diseñando las políticas de un hipotético futuro ejecutivo.

Piensa en los comicios de 2020 como un momento constituyente, para el que el objetivo político es «tejer una red de contrapoderes» que «anude» las luchas sociales con la aspiración de liderar pero con generosidad y aceptando que «para ganar» tienen que «seguir sumando» y ampliando el «espacio de cambio» que ya tienen con las confluencias.

Iglesias prefiere no centrar el trabajo de Podemos sólo en la institución, sino que debe estar frente al PP y sus aliados en todas partes: en los medios de comunicación, en los centros de trabajo, en los movimientos sociales, en las instituciones y en la calle.

Entiende que la acción parlamentaria de Podemos debe ser una «demostración de fuerza» que les presente como una alternativa real de gobierno y llama a superar el orden institucional actual.

Admite que deben ser útiles en el día a día, pero al mismo tiempo formar parte de un gran movimiento popular y ciudadano que para el líder de Podemos no es un «fetiche».

Al contrario, lo ve como «la única forma de avanzar» porque entiende que no basta con contar con diputados y portavoces y con un buen discurso que conecte con las necesidades de la mayoría, sino que su voz debe llegar a cada barrio.

Sus cargos públicos, señala Iglesias, deben ser «activistas institucionales», estar en todos y cada uno de los conflictos y trabajar codo con codo con los movimientos sociales, que funcionan como termómetro de la sociedad.

En lo organizativo, el líder de Podemos pretende marcar distancias con los partidos viejos y apuesta por que las decisiones más importantes se sometan a la votación de las bases, que sean el «verdadero contrapoder».

Su aspiración es llegar a ser una fuerza con 100.000 militantes y 1.000.000 de inscritos para facilitar un Podemos unido y plural, que no se divide en una suma de «familias, clanes y baronías, sino que encuentra su unidad en la diversidad, en liderazgos compartidos y en el protagonismo de la militancia y de los círculos.

Reivindica un Podemos más feminizado y con la misma descentralización y plurinacionalidad que piden para España.

Por eso, defiende también «el derecho a decidir a la interna», lo que concreta con una propuesta: que la decisión sobre cómo acudir a las elecciones municipales y autonómicas la tomen de manera soberana las asambleas ciudadanas de cada territorio.

También apuesta por transferir competencias y recursos a las direcciones territoriales, restando poder a la cúpula estatal, y apela a evitar las batallas entre familias.

Insiste en que la diversidad y la pluralidad son necesarias y enriquecedoras, pero no pueden convertirse en una coalición de familias o de partidos porque eso comprometería su labor.

De ahí que pida a todos que pongan de su parte para fomentar la cultura política de debate desde la fraternidad y el compañerismo.

Evitar la profesionalización de la tarea política, y renovar a la «casta» política con gente normal cuyas expectativas no sean tener una biografía de décadas en cargos públicos, es otra de sus peticiones.

Así, plantea un blindaje contra la acumulación de cargos: que una persona no ostente mas de dos cargos, de dedicación intensiva, uno interno y otro externo, salvo los secretarios generales o autonómicos que por su puesto son miembros del Consejo Ciudadano.

Esa es la estrategia que Iglesias ofrece para el próximo ciclo, da por superada la etapa del Podemos entendido como «maquinaria de guerra electoral», si bien dirige la mayor parte del foco a prepararse para ganar las próximas elecciones generales.

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